Creadores, editores y medios: no estamos los que somos

Redacción de eldiario.es

No falla. En cuanto empiezas a explicarle a alguien lo que significa la reforma de la LPI, el Canon AEDE y la barbaridad que acaba de aprobar la comisión de Cultura del congreso, te pregunta: ¿cómo puede ser que los medios no hayan contado eso? Y parte de la respuesta se contiene en sí misma, si pensamos un minuto: “los medios” no son todos los medios, así como «los creadores» de los que hablan los políticos no son todos los creadores cuando se habla de este tema, así como «los editores» de los que habla el Gobierno cuando dicen que les compensará con un canon no es la mayoría de editores digitales, sino los de los grandes medios impresos, justamente los miembros de AEDE.

Desde hace tiempo sigo el tema, porque aunque la reforma de la propiedad intelectual es necesaria, el derecho de los ciudadanos a acceder a la cultura también lo es, y tampoco podemos permitir que signifique limitar la libertad de expresión ni que penalice al ámbito digital.

En Diario Turing, la sección de tecnología de eldiario.es, le hemos dado la mayor cobertura posible (la pueden encontrar bajo el tag “Canon AEDE”), porque entre otras cosas, apostamos por el medio digital para nuestro proyecto y creemos en la libertad de expresión y el derecho a la información. Somos un grupo de periodistas que trabaja en redes desde hace años, y hemos visto cómo internet es uno de nuestros principales aliados en el objetivo de hacer buen periodismo que llegue a todos. Creo que la tecnología significa progreso sólo cuando sabemos qué queremos hacer con ella, y no cuando la aceptamos simplemente como parte de una tendencia ciega.

Parte del desconocimiento y la confusión que hay sobre esta ley se debe, por un lado a que los grandes medios (pertenecientes a AEDE) no han informado bien y por el otro, a la opacidad del gobierno en este tema, manteniendo reuniones a puertas cerradas y finalmente, aprobando la ley a lo rápido en el verano, en una sesión extraordinaria para no pasar por el pleno del Congreso, con lo que se ahorró o pretendía ahorrarse el debate público.

Propiedad intelectual en la era de internet

Son tiempos en los que las leyes de propiedad intelectual piden a gritos ser adaptadas al mundo en el que vivimos. Una copia ya no es algo que quitamos a alguien, sino algo que reproducimos, que multiplicamos, y sirve para que la cultura se expanda y llegue a más personas que nunca, y si una ley no entiende eso, no sirve.

En épocas de internet, el concepto de creador se extiende: además de los artistas que producían sus obras en sus estudios, las herramientas digitales se popularizan y hacen que nunca como ahora en la historia las personas estén produciendo y compartiendo su propio contenido: se escribe en blogs y redes sociales, se hacen vídeos, animaciones, ilustraciones, fotos, PDFs, ebooks.

Ya no tenemos que encontrar un editor que nos publique. Ya no tenemos que comprar un equipo fotográfico de 4.000 euros o tener una acreditación de prensa para contar lo que pasa en una manifestación. Unos más profesionales, otros más impulsivos, unos más reflexivos, otros más viscerales. Hay más creadores de contenido que nunca. Y cada uno puede elegir a quién leer, ver, escuchar, seguir.

Por supuesto que a nadie le gusta que le plagien su contenido. O que hagan dinero con algo que costó esfuerzo sin mover un dedo. Hay leyes que protegen a los creadores, que además pueden elegir cómo licenciar su obra, dejando que se comparta libremente si quieren, porque ¡oh sorpresa! mientras más gente conoce tu obra, más compradores tendrás. Lo seguro-seguro es que la gente no compra lo que no conoce. O lo que no le gusta.

Hay una serie de licencias libres, llamadas Creative Commons, complementarias al copyright, que dejan que los creadores decidan cómo quieren que se use o se comparta su obra. Hay muchos creadores que hacen dinero dejando que sus obras se compartan. Sin ir más lejos, el hecho de que la gente comparta los contenidos de eldiario.es hace que muchos de nuestros lectores decidan apoyar el proyecto haciéndose socios, lo que nos permite mantener la empresa.

El hecho de que yo haya publicado durante 10 años en un blog en el que dejo leer a todo el que quiera sin cobrarles ni un duro me ha dado más beneficios que los que hubiera podido pagar con dinero: me ha hecho aprender y capacitarme en cosas para las que no había universidad, me ha puesto en contacto con una red de gente valiosísima, me ha hecho conseguir todos los proyectos y trabajos que tuve. Cóbrales un canon por leer tus contenidos gratuitamente, me dirían los que piensan desde el pasado del copyright; mientras yo pongo unos botones de compartir al final de cada post.

Entonces, lo primero cuando alguien hable de creadores, o de editores, es preguntarse qué imagen tiene en su cabeza. Cuando la comisión de Cultura no deje afuera a todos los que creamos y producimos todos los días contenidos para internet, tanto profesionalmente, como en eldiario.es, como desde un blog personal como este, entonces podemos hablar de hacer leyes para todos y no para unos pocos. ¿Te diste cuenta de que todavía no empecé a contar nada del Canon AEDE? Tendrá que quedar para otro post, porque es otra barbaridad en sí misma.

La entrevista a Vint Cerf

A veces como periodista tienes oportunidad de hablar con seres inigualables. Escribo aquí algunas cosas que he contado estos días en privado y que no quedaron publicadas en la entrevista que hice a Vint Cerf.

Vint Cerf y Marilín Gonzalo

Hace unos días tuve la suerte de entrevistar a quien considero una persona muy grande, inmensa, si pensamos que es algo así como el arquitecto de internet. Vint Cerf, a principios de los 70, junto con Robert Kahn empezó a trabajar en un conjunto de protocolos de comunicaciones para crear una «red de redes» que permitieran interconectar las distintas redes del Departamento de Defensa de los Estados Unidos, con diferentes sistemas operativos y con indiferencia del tipo de conexión: satélites, radioenlaces y líneas telefónicas. No voy a ampliar sobre su biografía porque la Wikipedia y tantos otros sitios web lo hacen.

Es curioso que hablando de él con unos amigos, la semana pasada surgiera en la charla la mención a Douglas Engelbart, unos días antes de su muerte. Ambos son visionarios y creadores de tecnologías que han cambiado profundamente a nuestra sociedad. Poco conocemos en general de científicos y desarrolladores que han propiciado la era de cambio que vivimos.

Como persona, admiro a Cerf, entre otras cosas, porque gracias a su visión internet nació libre y con una serie de características que permitieron que se transformara en lo que es. También por esa claridad mental que lo hace ver más allá: ahora se encuentra trabajando en la Interplanetary Internet, nada menos que cómo llevar internet al espacio, entre planetas, recorriendo grandísimas distancias.

Como periodista, el admirar a tu entrevistado puede hacer que caigas en la obsequiosidad y que al final sientas que has desperdiciado un momento único, y odio eso. Así que cuando preparaba la entrevista decidí pensar que no estaba entrevistando a la figura histórica sino al ingeniero, al desarrollador que se había enfrentado a la idea de internet cuando no existía, y que ha vivido el desarrollo de las tecnologías de la información y las redes, y el gigantesco cambio que está significando internet para nuestra era.

Creo que también fui afortunada de encontrarme a Cerf en este momento en el que ya no tengo ante las nuevas tecnologías una actitud de optimismo absoluto. Estoy en una etapa en la que creo que aunque internet ayude (y lo hace) a tirar abajo muchas estructuras existentes, las nuevas tecnologías no dejan de ser herramientas que pueden usarse en uno u otro sentido, y muchas veces me pregunto en qué punto estamos de ese pretendido progreso que creíamos que sería inevitable con la penetración de internet, y cómo será la etapa en la que los poderes establecidos aprenden a utilizar las nuevas herramientas. Algo de eso se deslizó en lo que hablamos con Cerf, aunque de las 15 preguntas que tenía preparadas, sólo llegué a hacer 4 y robarle una última breve al final. Cosas de las entrevistas cuando sólo hay un tiempo limitado y otro colega espera turno para la suya.

Me sorprendió la amabilidad de Cerf, que aunque tuvo que soportar horas de fotógrafos y entrevistas con otros medios jamás perdió la sonrisa y se mostró afable con todo el mundo. La temperatura era de 27 grados, hacía calor y Cerf estaba en un traje con chaleco y corbata. Le preguntamos si prefería hacer la entrevista dentro o en el jardín, dijo afuera y acto seguido tomó una silla y la llevó hasta su sitio. Cuando nos sentamos se ofreció a sostener la grabadora para que se oyera mejor.

La noche anterior había estado en una cena organizada por Google para un grupo de amigos de Cerf. Una vez sentados, dijo que la situación de España era la peor que había visto en 50 años y pidió ideas o formas en las que Google pueda ayudar. Decía que estaba dispuesto a poner en marcha algún proyecto de forma piloto primero, si podía ayudar a este país a salir de la crisis. La charla continuó con menciones al copyright («Nos estamos olvidando de otro aspecto importante, el relacionado con el impacto social que ha tenido el mundo digital. Durante muchos años hemos hecho mucho por la protección del derecho del artista pero poco por el interés del público»), a PRISM, donde negó rotundamente que la NSA tenga algún tipo de conducto a los servidores de Google, y a los riesgos de tecnologías que aún no sabemos cómo se desarrollarán, como las Google Glass: «Nos falta intuición en lo relativo al impacto que esta tecnología puede causar en el futuro. Habrá algo de daño antes de que podamos descubrir en qué manera serán útiles».

Empezó a hablar y ya casi no paró durante toda la cena, preguntando y contestando también a preguntas. Creo que no comió.

La entrevista completa en Diario Turing: Vint Cerf: «Internet será invisible en 2050»

Foto: Marta Jara

Cómo el copyright pretende que seamos tontos

Here are two words that have no business hanging out together: «used MP3s.» If you know anything about how computers work, that concept is intellectually offensive. Same goes for «ebook lending», «digital rental» and a host of other terms that have emerged from the content industries’ desperate scramble to do the impossible: adapt without changing.

These concepts are all completely imaginary, and yet we treat them as if they are real, and have serious discussions about every last detail of how they function — like a debate about the best mutant superpower, but with multimillion dollar lawsuits. Copyright necessitates that we all pretend we don’t know any better. It makes us act stupid.

The Copyright Lobotomy: How Intellectual Property Makes Us Pretend To Be Stupid, por Leigh Beadon en Techdirt. Todo el mundo tiene que leerlo.

Internet Society plantea el debate: ¿copyright e internet son compatibles?

«¿Qué es más importante, si tuviérais que elegir, la libertad en internet o la propiedad intelectual?», así abría Miguel Ángel Uriondo la mesa redonda sobre derechos de propiedad intelectual que organizó Internet Society en su primera conferencia en Madrid, en la que estaban Stephane Grueso, director y productor de documentales; Alejandro Perales, presidente de la Asociación de Usuarios de la Comunicación y Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas. Todos coincidieron en que hay que partir desde la idea de que internet debe ser accesible a todos, y después podemos ponernos a legislar los detalles.

Encuentro Internet Society

Victor Domingo dijo que «la primera libertad es poder acceder, tener un acceso asequible y eso hoy no lo hay en España. No pueden estar derechos corporativos, que son legítimos también, sobre los derechos de los ciudadanos». Stephane Grueso, director y productor de documentales, coincidió: «Internet es como el pan y el agua, debe ser de todos».

Propiedad intelectual

Entrando en el tema, Domingo apuntaba que el concepto de propiedad intelectual con internet se desbarata. «Este elemento en internet explota. Eso prostituye el debate porque cuando tú quieres estar en contacto con el autor, no tienes problema por internet, pero entran los intermediarios». Señaló que el compartir el archivo no esta contemplado hoy por la ley, pero no es un robo porque lo que se obtiene es una copia y no se priva a otro del objeto. «Entonces tendremos que contemplar eso, pagar por eso sí, pero no la indecencia que te piden. Hay una época que ya no existe, Elvis en nuestra época ya no vendería la cantidad de copias que vendió. Esto es lo que no nos han dejado debatir en España y es necesario hacer.»

Alejandro Perales veía la necesidad de hacer distinciones conceptuales y planteaba 3 aspectos: en primer lugar, que el intercambio de archivos no tiene nada que ver con la piratería. Lo segundo es la puesta a disposición del contenido al público, que puede ser ilegal, pero los usuarios no saben cómo ha sido subido ese contenido o si la productora de ese contenido que se consume tiene un problema de derechos con las entidades de gestión. Y en tercer lugar, Perales introdujo el tema de los modelos de negocio, señalando que «los usuarios en internet siempre pagamos«, lo que puede ser de 3 maneras: 1) comprando el producto, 2) siendo vendido como mercancía, mediante la publicidad, y 3) también siendo vendido como mercancía, en este caso, sus datos. Nada de esto le parece mal, aclaró, a condición de que el usuario lo sepa.

La oferta de contenidos

La gran brecha entre la oferta y la demanda es uno de los problemas, y Stephane Grueso lo puso de manifiesto cuando contó que él gasta varios cientos de euros en cultura anuales pero que ninguno de esos euros se queda en España. «Compro en Amazon, uso Netflix en Estados Unidos mediante un VPN y pago por todos estos servicios, y si estos existieran en España, lo pagaría con mucho gusto». No hay voluntad de la industria por crear esas nuevas alternativas, agregó.

La palabra pirata había sido mencionada varias veces y Domingo dijo «recordemos que los mayores piratas eran los antiguos gestores como se ha visto en los juzgados». Y en relación a la oferta comentó un estudio donde vieron que en páginas de España hay 1700 series de todos los tiempos, con subtítulos en todos los idiomas, que muchas personas han digitalizado y han puesto a disposición de todo el que quiera ver. Y las productoras solo han puesto a la venta entre 300 y 400. «Esos internautas no están lucrando de eso, están poniendo a disposición de todos el material que les gusta. La gente esta dispuesta a pagar, si Megaupload lo hizo ¿por qué no lo hace la industria?», se preguntó.

Perales coincidió: «la gente no tiene por qué hacer una reflexión moral sobre si descargar o no, es que no hay otra opción por parte de la industria».

Lucro cesante

Lo que la industria deja de percibir por la copia en internet, el lucro cesante es un engaño, señaló alguien del público, porque se basa en informes totalmente parciales, con intereses hechos. Victor Domingo señaló que en España se llegó a cobrar 200 millones por ese concepto, y que este año el Partido Popular lo redujo a 1 millón para meterlo en los presupuestos generales, lo que demuestra la arbitrariedad de la cifra.

Uriondo, Fanetin y Internautas

Control y vigilancia

«ACTA, SOPA, PIPA, Hadopi no van de propiedad intelectual, van de control de la información, que no nos engañen», alertó Stephane Grueso, y señaló la necesidad de equiparar los derechos digitales con los civiles. «Tenemos derecho de reunión desde hace mil años. Cuando intenten inspeccionar nuestros paquetes, tenemos derecho a oponernos a eso». Perales coincidía diciendo que leyes como la del acceso a la información traen la sospecha de que detrás hay otros tipos de intereses de control de la información.

De lo que se trata es de la lucha por los derechos civiles del siglo XXI, declaró Domingo. «Lo que se está haciendo es tratar e quitarnos la posibilidad de estar todos los ciudadanos conectados. Los gobiernos autoritarios lo eliminan rápidamente y los gobiernos democráticos lo disimulan. Tengo la duda de si esto de la propiedad intelectual es realmente el mayor problema que tenemos. Cuando hablamos de derechos civiles no hablamos solo de los internautas, sino de todos los ciudadanos del mundo».

Internet Society

La conferencia estuvo organizada por Internet Society, y fue su primer acto público en España. Internet Society es una asociación mundial que se dedica a promover el avance de internet en todo el mundo. Su misión es lograr una internet para todos. Tiene 130 miembros organizativos y 55 mil miembros individuales repartidos en más de 90 capítulos en 72 países. En cierto momento en España había 7 capítulos, ahora hay 3 activos,con 479 socios repartidos en todo el territorio que se reúnen mediante videoconferencias.

En la presentación de la conferencia, Frederic Donk, director del European Bureau de la Internet Society, dijo que hay que resolver cuestiones offline antes de legislar sobre temas como el copyright en internet, y señaló la necesidad de transparencia e involucramiento por parte de los gobiernos. Cuestiones como el rechazo al ACTA por parte del Parlamento Europeo ayer mismo son un fuerte recordatorio al hecho de que internet es para todos, señaló.

Este post fue publicado originalmente por mí en ALT1040.

 

¿Es la SGAE necesaria? Hablamos con un autor

Sede de la SGAE en MadridLa Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) viene siendo fuertemente cuestionada, no sólo a raíz de la última intervención judicial por la denuncia de desvío de fondos, sino desde hace bastante tiempo.

Por un lado, la fuerte presión para conseguir un canon digital que al final ha sido declarado ilegal por la Unión Europea y la Justicia española, y por otro, la forma de funcionamiento de la entidad revela un esquema distributivo por lo menos poco democrático como entidad gestora de los derechos de autor en España.

Juan Pablo Mendiola es actor, autor y director de teatro, y cree que la SGAE es necesaria. Dice que la suya con la SGAE es «como la de muchos autores dramáticos, una relación forzada. Como un matrimonio de conveniencia», y se pregunta cómo se puede ser autor sin morir en el intento (de remuneración). Para conocer de cerca su punto de vista y que nos cuente su experiencia con la SGAE le hicimos algunas preguntas.

MG – ¿Cómo vendes tu trabajo como autor de textos teatrales?

JPM – Cuando uno es autor de textos teatrales y no de novelas, ensayos, etc., el máximo objetivo de uno no es que le publiquen el texto y se venda y de esas copias sacar un porcentaje, peleando con el editor. Con un texto teatral en la mano, el mejor de los logros es que una compañía teatral lo ponga en escena. Siendo difícil de por sí que esto suceda, una vez pasa se pueden dar dos opciones:

La primera es que el propio texto esté encargado por la compañía y ésta pague al autor una cantidad a convenir por el mismo. Ese contrato implica que el autor se compromete a entregar el texto en un plazo determinado y que la compañía tiene derecho a explotar el texto en exclusiva durante un tiempo a convenir. El autor siempre será propietario de los derechos.

La segunda opción es que la compañía se vea interesada en el texto, se ponga en contacto con el autor (casi siempre por medio de la entidad de gestión de derechos de cada país), y éste de su autorización a la compañía estableciendo unas condiciones de retribución de derechos.

En ambos casos los derechos de autor son siempre propiedad de éste último.

MG – ¿Cómo funciona el cobro de los derechos? ¿Quién los paga?

JPM – Cada vez que se representa una obra que yo he escrito, una sala teatral obtiene unos beneficios. Dado que un autor teatral no tiene un sueldo y en la mayoría de ocasiones no «vende» su obra, su única fuente remuneración real es la recaudación de los derechos generados. Es decir si usted gana dinero con aquello que en la soledad de mi estudio, con el frío invernal y un paquete de cereales como compañero, escribí… yo tendré derecho a una parte. Cuánto más exitosa sea la obra mayores ingresos tendremos usted y yo. Todos ganamos con la creación de ese texto. En la mayoría de los casos las salas teatrales dependen de gobiernos, ya sean municipales, autonómicos o nacionales.

MG – ¿Es necesaria la SGAE para recaudar tus derechos? ¿Qué porcentaje se llevan? ¿No sería mejor que los recaudaras tú mismo?

JPM – Si no eres socio de SGAE e intentas recaudar tus derechos de autor, ten por seguro que, o tienes mucha paciencia y poca urgencia por cobrar, o te tienes que gastar dinero en algún abogado/gestor que acelere el proceso. Cómo la profesión de uno es escribir y crear contenidos culturales, todo el tiempo que uno dedique a cobrar los derechos, lo está dejando de emplear en la creación. Eso es inviable. La obra de uno es representada por toda la geografía española y por ejemplo en mi caso con una obra, está siendo representada en Noruega, Francia, Italia… Lo cual complica la recaudación pues hay que ponerse en contacto con la entidad gestora de cada país para que recaude en nombre de uno…

La SGAE facilita todo esto, lo agiliza y lo acelera. Mensualmente hace una liquidación por cuenta de los derechos que han recaudado en ese periodo. ¿Cuesta dinero? Sí. Un 15% de los ingresos.

Pero de otro modo nadie asegura la recaudación ni el coste de la misma en trámites, llamadas, abogados…

MG – ¿Qué beneficios tiene ser socio de la SGAE, más allá del cobro de los derechos?

JPM – Ser socio de SGAE te asegura el cobro de los derechos y además te da algunos servicios interesantes. Un seguro privado (no olvidemos que los autores no son asalariados, ni empresarios), acceso a formación a unos precios bastante asequibles a través de cursos de reciclaje con profesionales en las distintas sedes repartidas por la geografía española, la posibilidad de percibir adelantos a cuenta de los derechos a ingresar (un salvavidas, pues muchos ayuntamientos y salas tardan una eternidad en pagar derechos), acceso a programas de difusión de tus obras…

A nivel personal la SGAE, me ha permitido obtener remuneración por una de las distintas profesiones que acometo dentro de la creación de espectáculos teatrales. Antes de ser socio, ni siquiera sabía que era un derecho que me pertenecía. Tras hacerme socio incluso percibí ingresos por representaciones de obras que se habían realizado años antes de formar parte de SGAE, sin reclamarlos, tras registrar las obras ellos me liquidaron aquello que seguramente habían cobrado sin yo ser socio. Si no lo hubieran cobrado en aquel entonces, yo aún hoy no habría cobrado por aquellas actuaciones de hace años.

Supongo que a la opinión pública solo le interesa el gran titular. Bisbal, Bautista, Ramoncín… Fijaos que dentro de la catalogación de derechos dentro de SGAE, las obras grabadas se consideran Obras de Pequeño Derecho (que son las que más ingresos le reportan a la entidad), y las obras coreográficas, teatrales o musicales se consideran Obras de Gran Derecho. Esta diferenciación es para mí muy significativa. En las obras de Gran Derecho entran los autores directos de la obra, mientras que en las de pequeño derecho se reparten con los Editores.

Ésta para mí es la clave del deterioro de la imagen de la SGAE, la incorporación de los editores como propietarios de derechos de las obras, tanto fonográficas como impresas. Éstos son los auténticos tiburones y los que han propiciado abusos como el canon.

MG – ¿Qué opinas del caso SGAE?

JPM – Si algo me entristece es saber que la entidad que gestiona mis derechos, realiza abusos con los que no estoy nada de acuerdo. Pero me entristece más, sentir que no es posible gestionarlos de manera autónoma (por lento y caro) o que es muy complicado crear una entidad al margen.

Si las salas se niegan a pagar los derechos a la SGAE, ¿qué hacemos los autores de a pie? Los que no tenemos que ver con canon, con peluquerías ni obras benéficas. Los que desde pequeños solo soñamos con hacer teatro y un día decidimos que esa era nuestra profesión.

Al final, como siempre, pagarán los que no dejamos de trabajar cada día. Queremos una SGAE limpia y respetable. No una SGAE temida y odiada. Una SGAE que pida lo justo y que con la pedagogía necesaria por su parte y la del Ministerio de Cultura, informe y eduque al ciudadano de los derechos que tiene un hijo suyo si algún día decide que su profesión es la de crear contenidos culturales.

Las palabras de Juan Pablo coinciden en aspirar a más representatividad y democracia, como lo que pidieron un grupo de socios de la SGAE cuyas caras más visibles son Achero Mañas o Pedro Almodóvar. Yo creo que la pregunta es si una «refundación» de la SGAE bastará o si es el momento de plantearnos la creación de una entidad pública de derechos de autor, junto a la ya imprescindible reforma de la ley de Propiedad Intelectual.

Este artículo fue publicado por mi originalmente en ALT1040.