Clarín, eso no es noticia

Hace más o menos un año que ya no entro a Clarín regularmente. La que en su momento fuera la página web pionera del gran diario argentino ha ido complicándose visualmente cada vez más en sus rediseños progresivamente. Siempre me dió la impresión de que lo que le pedían al diseñador era que hiciese más difícil al usuario buscar los contenidos más interesantes.

Además del tema del diseño, no me gusta nada cómo se maneja el concepto de noticia, aunque es algo muy característico de la prensa argentina en general. Los temas populistas, los deportivos, los que ensalzan el orgullo nacional son siempre destacados, son convertidos en noticia.

Incluso dentro de la pieza considerada noticia, se insiste en el argentino que participaba en el experimento, el turista argentino que iba en el avión, etc. Siempre nos quedamos con eso, en vez de valorar y enriquecernos con otros aspectos de la noticia en los que podemos ampliar, avanzar, descubrir lo que hasta ahora no sabíamos.

No me gusta cerrarme en mis opiniones y hoy volví a Clarín, lamentablemente para encontrarme con esto:

Observen la noticia destacada: «Un argentino hizo famoso a un pueblo español donde nunca pasa nada». ¿Esa es la noticia destacada del diario con más tirada de Argentina esta semana?

Observen las pestañas: en primer lugar, Deportes. La primera noticia en portada, el triunfo de un equipo de fútbol en un torneo doméstico. Ya sé que es domingo: pero ninguno del resto de diarios nacionales abre con una noticia deportiva, y además no es una copa internacional, ni interamericana.

No voy a pedir que Clarín publique sobre la causa judicial que tiene su dueña con las madres de Plaza de Mayo por el análisis de ADN de sus hijos, sospechados de ser hijos de desaparecidos, porque nunca lo hizo.

Pero en estos momentos, que no me digan que no hay muchos temas importantes a destacar: análisis económicos nacionales (pago de la deuda, inversores), varios casos de corrupción de los que se habla fuera y dentro del país, las noticias propias de una sociedad convulsionada; hay incluso presupuestos y proyectos  de los que tiene que hablarse, de situaciones en otras provincias, que también deberían tener su lugar en un diario nacional: pero aún así Clarín dice que lo más importante es un argentino en el equipo creativo de una campaña de publicidad. Algo que no tiene ninguna importancia: podía ser argentino como podía ser ambidiestro, alto, capricorniano o amante de los gatos. Ay, Clarín. En fin.

Some people

Some people can read War and Peace and come away thinking it was a simple adventure story. Others can read the ingredients on a chewing gum wrapper and unlock the secret of the universe.

[Hay quienes pueden leer Guerra y Paz y terminar pensando que era una simple historia de aventuras. Otros leen los ingredientes en el envoltorio de un chicle y descubren el secreto del universo.]

Lex Luthor, Superman (vía)

Everything bad is good for you

Contra todo lo que puedan decirnos sobre las malas influencias de los juegos de ordenador, la televisión e internet sobre la inteligencia de las nuevas generaciones, un brillante libro de Steven Johnson nos explica por qué la cultura popular nos está haciendo más listos.

We’ve worked under the assumption that mass culture follows a steadily declining path toward lowest-common-denominator standards, presumably because the ‘masses’ want dumb, simple pleasures and big media companies want to give the masses what they want. But in fact, the exact opposite is happening: the culture is getting more intellectually demanding, not less.

El enfoque del análisis es más sistémico que simbólico, él quiere diagramar las fuerzas, no decodificarlas. Su hipótesis se basa en asumir que el paisaje de la cultura popular incluye el choque de distintas fuerzas: los apetitos neurológicos del cerebro, la economía de la industria cultural, y plataformas tecnológicas en constante cambio.

Había oído (oído en internet quiere decir «leído cosas que hablaban de») sobre Everything Bad is Good For You hacía tiempo y no terminaba de convencerme su teoría, pero lo que plantea es coherente y fundamentado, e incluso ha explicado muchas de mis observaciones en cuanto a mi experiencia como consumidora de cultura popular. Microsiervos ha publicado hace tiempo una buena reseña, por lo que sólo me limitaré a transcribir los puntos que me resultaron más interesantes sobre los tres ejes de estudio del libro: videojuegos, televisión e internet.

Juegos

  • No siempre estás divirtiéndote: muchas veces estás frustrado, confuso, desorientado. Cuando dejas de jugar puedes seguir pensando en cómo resolver esa situación que te había planteado el juego.
  • El juego te obliga a cumplir una serie de tareas que *tienes* que hacer para llegar a cierto objetivo, aunque no sea algo que *quieres* hacer.
  • El juego te va dando una serie de recompensas a medida que cumples las tareas.
  • Mucho, muchísimo más que los libros o las películas o la música, los juegos te empujan a tomar decisiones. Te fuerzan a decidir, a elegir, a priorizar. A tener en cuenta una serie de factores dada una situación dada y actuar en consecuencia, dentro de unos tiempos, evaluando los resultados.
  • Para conseguir esto, debes probar una y otra vez cómo actuar en el juego. Nadie lee manuales antes de jugar, simplemente aprendes mediante ensayo y error.
  • No podrías hacer avances en el juego si no tuvieses que aprender las reglas del entorno. Que comer una flor vale puntos, que necesitas un arma especial para el enemigo de la segunda pantalla.

En conclusión, Johnson indica que no podemos evaluar a la cultura de los videojuegos por los *contenidos*, porque eso no tiene sentido. Hay una historia en el juego, pero allí no yace su talento.

Televisión y cine

  • La tv es ciertamente más pasiva que los videojuegos, pero aún así hay grados de pasividad. Algunas narrativas te fuerzan a pensar para elaborar el sentido, mientras que otras te lo dan todo digerido.
  • Parte de esa elaboración está dada por los multiple threads (múltiples líneas o hilos narrativos) mientras que otra parte está dada por la tarea que tiene que hacer el espectador de rellenar información: algunos datos son deliberadamente ocultados. Esto configura un nivel de mayor demanda hacia la actividad intelectual, porque no sólo te piden que recuerdes, también tienes que analizar.
  • Justamente la tendencia en televisión consiste en que aquellos shows que han sido más exigentes con su audiencia son también los más lucrativos en la historia de la televisión. Lo mismo con relación al cine.

Internet

El surgimiento de internet ha desafiado nuestras mentes en tres maneras fundamentales y relacionadas: por la característica de ser participatoria, haciéndonos aprender nuevas interfaces y creando nuevos canales de interacción social.

Television and automobile society locked people up in there living rooms, away from the clash and vitality of public space, but the Net has reversed that long-term trend. After a half-century of technological isolation, we’re finally learning new ways to connect.

¿Somos más libres o estamos más controlados?

El tema de Chrome y el rechazo que empieza a causar la cantidad de información y que seguimos cediendo alegremente a Google y la dependencia que nos genera me hizo acordar de este video, Epic.

(Aquí con subtítulos en español)

Lo hicieron dos estudiantes del Poynter Institute, Robin Sloan y Matt Tompson, allá por el 2004 y sorprendió por su capacidad de predecir el curso de la información en internet.

El paradigma de la información está cambiando. En la sobreabundancia de datos necesitamos sistemas de filtrado y no es otra cosa lo que están proponiendo, cada uno a su manera, los nuevos esquemas de distribución de contenidos, los new media, las aplicaciones sociales en la red, los nuevos navegadores. En cierta manera, es una revolución porque está tirando abajo el mundo que ya conocíamos y lo está haciendo sin pedir permiso a nadie.

Nos guste o no, somos parte de eso porque nos beneficia en lo práctico. El precio de que Gmail lea nuestros correos está pagado con la gratuidad de un correo online de más de 7Gb (and counting). Nos sentimos observados y expuestos hasta en nuestros gustos musicales, pero ¿cómo conocerías música nueva por ejemplo si no hubiese una red de conocidos en tu last.fm que te dan pistas?

Nos entusiasmamos con los nuevos paradigmas pero me pregunto hasta qué punto estamos dispuestos a cambiar la forma en que damos y consumimos la información si eso significa ceder libertades y estar mucho más controlados paradójicamente. ¿Pasa todo por un tema de practicidad? ¿Deberíamos ser más conservadores o cautos en la red? ¿Ser así significaría una resistencia inútil a las tendencias de las tecnologías de la información?

Vórtice

Del mar, a la montaña,
por el aire,
en la tierra,
de una boca a otra boca,
dando vueltas,
girando,
entre muebles y sombras
displicente,
gritando,
he perdido la vida,
no sé dónde,
ni cuándo.

Oliverio Girondo