Hannah Arendt y sus ojos despejados

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Algunas profesiones tienen el privilegio de momentos de claridad, del acceso a ciertos descubrimientos y de poder mostrar su visión con palabras o con sus obras, como las de la investigación y la ciencia, filósofos, escritores, artistas. La verdad, tan perseguida, no es un animal doméstico. Muchas veces la vemos con horror y tenemos que contarla. Otras veces nos preocupa no poder imaginarnos las consecuencias de contarla. Otras veces ni siquiera es tan interesante y tenemos que descartar un titular que seguramente sería viral pero no cierto. Muchas veces no es la que pensábamos.

Una mujer, Hannah Arendt, judía, filósofa y superviviente de la matanza nazi, viajó a Jerusalem cuando juzgaron a Adolf Eichmann, tras haber sido apresado en Buenos Aires, y a la vuelta escribió un libro en el que desarrollaba el concepto de la banalidad del mal. Arendt se dió cuenta de que Eichmann no era tan interesante, y ni siquiera el monstruo inteligente obsesionado con la aniquilación de los judíos que el fiscal israelí intentaba mostrar. Eichmann se reveló a los ojos de Arendt como un burócrata mediocre y vulgar, que seguía órdenes y cuya mayor aspiración era el orden y la ejecución de un plan que le había sido encomendado.

Contra todo lo que esperaban sus lectores, su comunidad, sus pares académicos y una sociedad ansiosa de justicia contra cualquiera que representase el régimen nazi, Arendt escuchó, debatió y razonó. No se comportó como la judía defensora de la causa de su pueblo que muchos veían en ella, sino como una pensadora universal. No creía que un filósofo pudiera ser neutral con respecto a la política, aunque reconocía que Kant era una excepción, y en una entrevista dijo: «I want to look at politics with an eye unclouded by philosophy» (Quiero mirar a la Política con ojos despejados por la Filosofía).

There’s always tension between politics and philosophy. Between man as a thinking being and a man as an acting being. There’s a tension that does not exist in natural philosophy. Just like everyone else, the philosopher can be objective with regard to nature. When he says what he thinks he speaks for all mankind. But he can’t be neutral with regard to politics. Not since Plato. There is a kind of enmity against all politics in most philosophers, with some exceptions, Kant is one of them. I want no part in this enmity, I want to look at politics with an eye unclouded by philosophy.

Su libro abrió una guerra civil entre la intelectualidad neoyorquina y europea en los años 60, y ella además de las críticas sufrió ataques que la acusaban de nazi. Antiguos amigos e intelectuales dejaron de dirigirle la palabra.

Casi medio siglo después, «Hannah Arendt», la película de Margarethe von Trotta volvió a abrir el debate y el malentendido sobre la intelectual. Aunque el concepto de que quien hace el mal puede ser una persona corriente está aceptado como un descubrimiento de la filósofa, en el debate actual algunos consideran que no estuvo bien planteado en su libro y que el ejemplo de Eichmann no era correcto. Quizás el problema es que muchos de sus críticos no han leído el libro, y seguramente hacerlo es el primer paso para intentar comprender, el cual ella decía que era su objetivo al escribir.

En el vídeo más arriba puede verse con subtítulos en inglés la entrevista íntegra que le hizo Günter Gus para un programa de televisión alemán llamado «Zur Person» (La persona), emitido el 10 de abril de 1963 en ZDF.

Los artículos que publicó Hannah Arendt para The New Yorker y de los que luego surgiría el libro están online: Eichmann in Jerusalem-I, II, III, IV y V.