Super 8

No sé si Super 8 es la película del año como dijo algún fanático por ahí, pero sin dudas es una película deliciosa, llena de la magia de un cine de los 80 y de muchos valores añadidos más. Deberían verla ya mismo.

J. J. Abrams confirma una vez más que puede hacer las mejores explosiones y escenas de tragedia (recuerden cómo abría la historia de LOST) para, en los 15 minutos siguientes, meternos en un diálogo mucho más impactante que 20 vagones de trenes volando por el aire. La película está llena de guiños a la infancia, a un tiempo donde se usaba Super 8 para filmar y la aventura era colarse en tu escuela de noche. Hay ausencia de las madres en los dos protagonistas y hay una difícil relación con dos padres, los dos casi antagónicos, pero los dos finalmente entendibles en sus dramas.

La imponente madurez actoral de Elle Fanning como reflejo de la lógica madurez de una niña de 13 al lado de los niños de su edad; la templanza de Joe Lamb (Joel Courtney), las bicicletas, la vida de pueblo, la familia numerosa y todo eso mezclado con un alien, con unos sucesos extraños de una forma tan mágica que sólo J. J. Abrams (escritor, director y productor) y Spielberg (que también es productor) podrían haber logrado.

You know how it ends, so why are you still here?

Saber cómo va a terminar Lost, además de la primera pregunta que le hacen a los actores, debe ser algo tan aburrido como eso que alguien alguna vez propuso: contar la historia de modo cronológico. Un asesinato a quemarropa de lo mejor que tiene el show: la forma de utilizar la intriga para matarnos lenta y dolorosamente.

Algo que J.J. Abrams, su creador, (no se pierdan su charla en el TED) hace de forma muy consciente. Dice a Wired:

What I’m getting at is hardly news to anyone: We’re smack dab in the middle of the Age of Immediacy.

True understanding (or skill or effort) has become bothersome—an unnecessary headache that impedes our ability to get on with our lives (and most likely skip to something else). Earning the endgame seems so yesterday, especially when we can know whatever we need to know whenever we need to know it.

People often ask me how Lost is going to end. I usually tell them to ask Damon Lindelof and Carlton Cuse, who run that series. But I always wonder, do they really want to know? And what if I did tell them? They might have an aha moment, but without context. Especially since the final episode is a year away. That is to say, the experience—the setup for a joke’s punch line, the buildup to a magic trick’s big flourish—is as much of a thrill as the result. There’s discovery to be made and wonder to be had on the journey that not only enrich the ending but in many ways define it.

El placer de recorrer el camino aunque no sepamos el destino final, el valor de la experiencia antes que el del resultado. Me gusta eso.