«For truth and duty it is ever the fitting time; who waits until circumstances completely favor his undertaking, will never accomplish anything»
– Martin Luther
desde la otra orilla
«For truth and duty it is ever the fitting time; who waits until circumstances completely favor his undertaking, will never accomplish anything»
– Martin Luther
“Tengo a esta redacción el amor que tiene un inmigrante”. Algo así dice David Carr en Page One, el documental sobre el New York Times, que es también un documental sobre estos tiempos en la prensa. Cómo no identificarme con esa frase, cuando el periodismo que uno hace es un privilegio, cuando llegar a una redacción como la mía es un premio cada lunes.
Cuando terminé mi carrera, tras años de prácticas y muchas entrevistas frustrantes decidí que si el periodismo no tenía nada que ver con internet no me interesaba. Tras años de proyectos digitales propios e impropios y freelancear a gusto y disgusto, encontré una redacción, nada tradicional pero muy periodística, donde se hace periodismo a pesar de todo. En mi lista de mis lugares favoritos del mundo -no lo dudo ni un momento- una redacción está entre los primeros.
The dirty secret: journalism has always been horrible to get in; you always have to eat so much crap to find a place to stand. I waited tables for seven years, did writing on the side. If you’re gonna get a job that’s a little bit of a caper, that isn’t really a job, that under ideal circumstances you get to at least leave the building and leave your desktop, go out, find people more interesting than you, learn about something, come back and tell other people about it—that should be hard to get into. That should be hard to do. No wonder everybody’s lined up, trying to get into it. It beats working.
Foto: Nycmstar
La película de Laura Poitras es un documental imprescindible para entender esta nueva etapa de internet. Citizenfour es, primero, un documento histórico que recoge de primerísima mano el encuentro de Edward Snowden con los periodistas que le ayudaron a revelar al mundo el mayor espionaje masivo conocido; y después, una película inquietante, donde es la información y no la música la que nos hace darnos cuenta de que no estamos viendo ciencia ficción. Escribí más sobre Citizenfour en Diario Turing.
Este año para mí lo notorio del cumpleaños han sido las cábalas en torno a esta fecha en la vida de uno. Hay más de las que yo pensaba. Hay más gente que las cree y no se atreve a romper ciertos hábitos que las que yo creía. Una que yo practiqué durante mucho tiempo: nunca decir feliz cumpleaños a alguien un día antes. Menos aún festejarlo. Mejor saludar a alguien días después a que sea en la víspera, o estaremos virtiendo una oscura descarga de mala suerte a quien queríamos agraciar.
Cumplí años el 31. Este año me costaba entender que el mejor día para quedar a unas cervezas era el 30, por ser viernes, pero en cuanto me dí cuenta que era esa extraña cábala la que estaba obstaculizando mi cabeza, fijé fecha y llevé un pastel de cumpleaños a la redacción y esa noche nos tomamos las cañas y tapas más guapas del mes. Y sin embargo, hubo gente que festejó conmigo pero sólo me dijo feliz cumpleaños al día siguiente, aunque fuera por mensaje y no en persona, supongo por ese temor tan humano a tirarme mala suerte. Hubo quien no veo hace años, pero me mandó un email también un día después porque ese mismo día no podía mandármelo y el día anterior a mi cumple, ni hablar, no se hace. Hubo quien me preguntó si le daba permiso para darme el regalo el 30.
También hay quien piensa que hay que soplar siempre unas velas. Y cantar el cumpleaños feliz. Y a mí me encanta que alguien cuide los detalles. En algún momento pensé qué suerte que no soy esclava de las cábalas. Hasta que tuve que aceptar que tengo una. No es menos irracional que las anteriores: es que siento que siempre hay que festejar los cumpleaños.
Dejar pasar el aniversario de tu nacimiento sin invitar, sin brindar, sin festejar de alguna manera me parece un error, un acto que puede merecer algún tipo de mala suerte, incluso diría una señal de soberbia de quien se cree inmortal. Triunfa la irracionalidad y la cábala también en mí: siempre debo celebrar mis cumpleaños.
Iker Merchán acaba de publicar su tesis doctoral donde hay retazos de una entrevista que me hizo hace 3 años. La recuerdo perfectamente porque me sorprendió y releyendo la metodología me entero que esa sorpresa era parte del trato a los objetos de estudio, esas «mujeres influyentes» en internet (comilllas porque no nos consideramos eso) sobre las que Iker puso su lupa.
En su estudio sobre la brecha de género digital, entrevista a 10 mujeres influyentes y a 4 expertos, y tras preguntarnos por esa brecha y constatar que no creíamos que la hubiera en una casi diría falacia del superviviente, nos da los datos (contundentes y tristes) de la aún gran desigualdad de género en influencia digital de las mujeres. Entonces observa: ¿lo aceptamos? ¿lo negamos, buscamos una justificación? Y ahí es cuando empiezan a salir las anécdotas, los obstáculos que nos ha tocado encontrarnos en esta carrera por la especialización en temas de internet a estas 10 mujeres.
Siento algo que me conecta con esa entrevista después de tanto tiempo, porque en esa época ya empezaba a pensar en temas de género aunque no creía que hubiera desigualdad en internet por ser mujer. Concretamente, la hipótesis 2 del estudio: Las mujeres influyentes en internet no son conscientes de este desequilibrio.
Aunque sigo teniendo pasión por las tuberías de datos, hace tres años era una optimista digital mucho más redoblada. No veía el sexismo en este ámbito, y era una víctima más de la invisibilidad del machismo en estas épocas. Una vez que lo ves, no puedes dejar de verlo, por eso las conclusiones de Iker Merchán parecen estar tan en sintonía con lo que ahora pienso.
A pesar de que internet en principio parece una tierra prometida donde podemos empezar desde cero y no hay barreras de género, la realidad es diferente. Las desigualdades de género se prolongan a la esfera digital, no en acceso, como muchas pensábamos, sino en usos y sobre todo en temas de influencia.
Merchán constata que la llegada de internet y su promesa de una imprenta para cada ciudadano creó una ola de ciberoptimismo que aún perdura. Sin embargo, los datos no corroboran ese lugar común.
Para su estudio, Iker entrevistó a 4 personas expertas que ayudaran a contextualizar la situación desde la antropología, el feminismo y la comunicación: Mariluz Esteban, Àngels M. Castells, José Cervera e Ignacio Escolar; y a 10 mujeres reconocidas como influyentes en la red: María Calvo (eBay), Isabel Aguilera (Google), Diana Yáñez (Conciencia Eco), Virginia Alonso (20 Minutos), Rosalía Lloret (Prisa), Maite Goñi (Euskal Jakintza), Noelia Fernández (Yahoo!), Marta Peirano (La Petite Claudine), América Valenzuela (RTVE) y a mí.
El libro «La brecha digital de género» está disponible para su descarga en PDF. Recomiendo leerlo completo, y dejo un resumen sobre algunos conceptos en los que coincidimos:
El concepto de brecha digital es conocido por la mayoría de las entrevistadas, aunque son minoría las que creen que afecte a las mujeres por el hecho de serlo. Lo relacionan más con la edad, la ubicación geográfica o los ingresos económicos. Pocas entrevistadas conocen y aceptan a priori la brecha digital de género porque hombres y mujeres tienen acceso a las mismas tecnologías y, por consiguiente, a la Red. Su visión sobre este asunto cambia cuando interpretan los datos de las dos investigaciones. Muestran sorpresa y empiezan a relatar casos vividos por ellas mismas o por mujeres cercanas que explican esta diferencia en la capacidad de influencia que no depende del acceso físico a la Red.
La Red se caracteriza por la falta de barreras de entrada. Sin embargo, al principio los hombres han accedido en mayor medida que las mujeres. Víctimas de una sociedad machista donde las niñas jugaban con las muñecas y los niños con videojuegos, esto les predispuso a ellos a ser más proclives al uso de los ordenadores y, por lo tanto, de internet. Consideran que el acceso de las mujeres ha respondido a la practicidad de la Red más que a su carácter evasivo.
No acceden tanto como modo de entretenimiento, sino por necesidad. No obstante, hay quien apunta que aunque las mujeres accedan a internet, lo difícil es que sean leídas o influyentes. Estiman que el hecho de usar la Red no garantiza el acceso a los ámbitos de poder, dominados por los hombres.
Es frecuente que las mujeres objetivamente influyentes entrevistadas no sean conscientes de esa influencia que ejercen y, por lo tanto, o bien no se consideren influyentes o se vean a sí mismas como menos reconocidas de lo que en realidad son. En todo caso, cuando se reconocen influyentes, no lo relacionan con su capacidad individual, sino con el puesto que ocupan en una determinada organización.
La profesión o el ámbito de trabajo es el factor determinante, no la marca personal. Al contrario que los hombres, convencidos de su influencia las mujeres se ven a sí mismas como referentes, lo que supone que conseguir influencia sea para ellas un proceso más lento, ya que muchas ni la persiguen ni la reclaman.
Las personas entrevistadas coinciden en que la Red puede ser el medio que logre una igualdad real entre hombres y mujeres. De hecho, para algunas entrevistadas ya se ha alcanzado, mientras que para otras la igualdad en internet es mayor que en los medios tradicionales, en especial si se mira a la prensa, un medio considerado más patriarcal que la radio y la televisión. Por el contrario, otras entrevistadas determinan que el dominio masculino es aún hoy evidente e, incluso, que la Red repite las mismas diferencias que se dan en el mundo online. Creen que rara vez las mujeres son mayoría en internet o en empresas y no se muestran optimistas ante la posibilidad de que esto cambie.
De ahí que se califique de machista a la sociedad actual y al sistema estructurado a su alrededor. Se mantiene que la igualdad de la que alardea internet se está consiguiendo en la base –hay más mujeres en la universidad, en las empresas o en los medios de comunicación– pero que las mujeres no acceden a los puestos directivos. Los ejecutivos son en su mayoría hombres.
Esta situación se repite en especial en las empresas privadas, ya que el modo de acceso a la Administración pública facilita que más mujeres alcancen estos puestos. Sin embargo, se recuerda que son precisamente las empresas privadas las que tienen mayor influencia. Por lo tanto, en los ámbitos de interés público hay mujeres, pero son significativamente menos. Una entrevistada incluso afirma que estas mujeres en espacios masculinos son aceptadas mientras su número no cuestiona el statu quo, esto es, mientras son «el bien escaso». Solo suponen un problema cuando su número es susciente para suponer un cambio de paradigma.
En cuanto a los medios de comunicación, la mayoría de los directores son hombres. Por ello varias personas entrevistadas consideran importantes los casos de directoras en medios relevantes como The New York Times y The Huffington Post porque auguraban un cambio en la redefinición de interés público. Sin embargo, las entrevistas se hicieron antes de que las dos directoras fuesen cesadas: Jill Abramson fue nombrada para dirigir The New York Times en septiembre de 2011 y fue cesada en mayo de 2014, ni siquiera llegó a estar tres años en el cargo.
Más breve aún fue la carrera de Nathalie Nougayrè al frente de Le Monde: fue nombrada directora en marzo de 2013 y cesada 14 meses más tarde. Lo que parecía un apunte para la esperanza se ha convertido en una prueba más de la precaria situación de las mujeres en los ámbitos directivos de los medios de comunicación.
El tratamiento periodístico de las mujeres no es igual que el de los hombres y esto implicará modificaciones que afecten a cómo la sociedad percibe la realidad.
Internet permite –al menos teóricamente– que las mujeres trabajen desde casa lo que facilita la maternidad sin perder oportunidades laborales ni renunciar a sus aspiraciones profesionales. Sin embargo, se entiende que ese hecho perpetúa un modelo en el que ellas permanecen en el espacio privado y desempeñan las tareas domésticas y de cuidados. Internet, por lo tanto, replicaría el mundo online y sería responsable de una brecha digital de género, que no obstante consideran que se cierra más rápido que otras desigualdades.
El techo de cristal emerge como un obstáculo para las mujeres, a quienes supone un freno en su ascenso. No todas las empresas contratan a mujeres con hijos o con previsión de tenerlos, pero además, las parejas y familiares no siempre comparten las tareas de cuidados. La crisis económica que empezó en 2008 agrava esta situación debido a los recortes en derechos y prestaciones sociales, puesto que obliga a las mujeres a tener que asumir tareas de salud y cuidados que el sistema público deja de proveer. El tiempo dedicado a estas labores se resta del que se dedicaría a internet, a mantener un blog o a estar presentes en redes sociales.
Mientras la conciliación no incluya medidas que favorezcan a las mujeres, será complicado ascender profesionalmente o disponer del tiempo que requiere la Red. Más que la voluntad, las cargas familiares determinan la evolución de las mujeres, las frenan en su promoción y en su acceso a ámbitos de relevancia pública en internet.
La blogosfera ha permitido escuchar la voz de las mujeres en internet y que esta llegue a un mayor número de personas. Sin embargo, este hecho no garantiza la influencia en la Red. Hay que ser constante en la publicación de contenido y mantener la credibilidad, dos aspectos que las entrevistadas afirman que no siempre se suelen atribuir a las mujeres. La actualización de contenidos exige un compromiso que buena parte de ellas no puede asumir por falta de tiempo, lo que las lleva a publicar menos. Pero además, un elemento clave radica en que las mujeres se piensan más lo que escriben. Les resulta más difícil dar su opinión porque reflexionan más sobre las consecuencias que esto tendrá, como sucede en otros aspectos como dar su opinión en una clase. Este es otro motivo para que escriban menos en internet y comuniquen menos en público, lo que supone que destaquen menos como referentes y personas de prestigio.
Los hombres, por su parte, son más competitivos y esto impulsa su presencia en la Red. Esta particularidad les hace participar más, ser más visibles y acumular más seguidores, entre otras cosas, porque así lo intentan. Ellas, en cambio, reflexionan lo que van a decir (ponen en duda su capacidad), no siempre buscan ser influyentes o no se conforman con publicar de manera gratuita. Exigen que su trabajo sea remunerado. Las nuevas generaciones podrían hacer que esto cambie, pero no consideran que el cambio sea rápido.
Desde el principio, internet ha estado marcado por los temas que se han tratado. Los metatemas como Tecnología, Informática y la propia Red han sido cuestiones recurrentes, un aspecto que ha favorecido la preeminencia de los hombres, ya que son ellos quienes en mayor medida se interesan sobre estos asuntos. Todavía hoy se les relaciona a ellos con política, economía, divulgación científica, motor, fútbol y tecnología, un ámbito en el que algunas entrevistadas consideran que comienza a despuntar la presencia de mujeres, si bien estas se limitan a escribir sobre dispositivos o gadgets, mientras que los hombres lo hacen sobre software, servidores o leyes, entre otros temas.
En general, las mujeres se encargan de contenidos relacionados con belleza, salud, bebé o moda, donde llegan incluso a influir en los diseños de las grandes marcas. Pero algunas entrevistadas critican que estos no se consideren temas cruciales. Esta circunstancia implica una descompensación en la relevancia que se concede a los contenidos escritos por ellas y lleva a deducir que, para que se las considere relevantes, las mujeres han de escribir de temas considerados como tales (los temas de interés público destacados en esta investigación). Todavía hoy, los lectores de los periódicos son en su mayoría hombres, lo que determina que ellos tengan el poder de decisión. Se estima que las mujeres no ganarán relevancia mientras sigan escribiendo sobre temas considerados femeninos.
El propio canal de internet aporta un matiz: la diferente concepción que se tiene de los hombres y de las mujeres que escriben en la Red. Mientras a un hombre se le respeta, con una mujer que escribe en internet se establece tal vínculo de cercanía, que varias de las entrevistadas aseguran haber sido víctimas de casos de situaciones de acoso que van mucho más allá de las críticas y ataques por no compartir opiniones. Este vínculo no se produce con las estrellas de la televisión o la radio, medios más lejanos.
Difundir a través de internet interesa a las mujeres porque su mensaje se escucha más y se vuelven más influyentes. Sin embargo, esto tiene consecuencias distintas en función del género. Las mujeres son con más frecuencia víctimas de castigo social, de envidias y de acusaciones de todo tipo, lo que actúa como freno para las blogueras. Estas destacan el desgaste que sufren debido, entre otras cuestiones, a comentarios soeces que reciben en la Red.
Se estima que el acceso está al alcance de cualquier persona, por lo que el razonamiento es que cualquiera que decida comunicar puede hacerlo. De hecho, los posibles problemas no se achacan al acceso ténico en sí, sino a factores como la educación o la ubicación, entre otros. Para navegar por internet es susciente con saber leer y escribir, contar con unos mínimos conocimientos de informática, tener un ordenador, conexión telefónica y encontrarse en una zona donde llegue internet.
Coinciden en que las mujeres no son visibles. Los hombres dominan aún los puestos directivos y los eventos de tecnología, mientras que las mujeres ocupan los puestos anteriores. Algunas entrevistadas destacan que el mundo online ha permitido a las mujeres ocupar cargos directivos tradicionalmente reservados para los hombres. Por ello, se estima que el cambio se propiciaría si las mujeres en puestos de responsabilidad en internet pasaran al mundo online en los mismos puestos.
La participación de las mujeres en internet se ha visto favorecida por la posibilidad de ocultar la identidad. Parapetadas en nombres inventados o avatares, o sin siquiera citar su identidad, algunas mujeres han ganado terreno en la Red. A ello han contribuido los blogs y las redes sociales, dos espacios en los que difunden sus ideas y acceden a información. Se estima que en algunas redes sociales, la cantidad de mujeres que las utilizan es igual a la de hombres e, incluso, en algunos casos es superior. Sin embargo, lejos de felicitarse porque el anonimato favorezca la entrada de las mujeres, estas lamentan que para obtener reconocimiento deban ocultar quiénes son.
Los hombres han sido mayoría en las redes sociales desde el principio, aunque en la actualidad las mujeres les han igualado y, en ciertos casos, superado como usuarias. No obstante, se considera que quienes tienen influencia todavía hoy son hombres, por lo que el poder sigue estando en sus manos.
Uno de los principales retos que tienen las mujeres es la superación del denominado techo de cristal. No todas las entrevistadas lo conocen, pero quienes sí están familiarizadas con él dicen que más que un techo de cristal es de cemento porque los límites para el ascenso son bien visibles. Las mujeres escalan en las organizaciones hasta un determinado punto, a partir del cual no ascienden más. En numerosas ocasiones este techo es transparente, no se ve, no se indica en ninguna norma escrita, pero está ahí y les niega los puestos de responsabilidad. Se prefiere a los hombres en los cargos de dirección y, aunque la tendencia actual aventura un cambio por la incorporación de personas jóvenes, es todavía una realidad muy marcada.
Las mujeres influyentes que no aprecian este techo de cristal mencionan un desequilibrio que se acabará superando y que, incluso, atribuyen a las mujeres porque no apuestan de forma decidida por su trayectoria profesional: mencionan el límite que se autoimponen las mujeres que deciden no querer promocionar por el alto coste personal y familiar que va a tener el nuevo puesto.
Las mayoría de entrevistadas denuncian las «zancadillas» que se ponen a las mujeres, como una menor carga de trabajo, simplemente, por el hecho de ser mujer. Son pocas las mujeres que niegan haber sufrido esas dificultades. Los comentarios o juicios a los que se las somete son frecuentes. Por ello, aunque internet se aprecia como una gran oportunidad para las mujeres, no se niega que ciertos aspectos son difíciles de salvar.
La falta de barreras ha facilitado que ellas accedan a internet y que se amplíen sus posibilidades de participación. Sin embargo, la llegada a internet de hombres y mujeres no ha respondido al mismo fin. Son mayoría las entrevistadas que opinan que mientras los hombres acceden en su mayoría por razones profesionales, las mujeres se incorporan a la Red por motivos personales, como un modo de contar y compartir sus quejas y experiencias, reivindicar y apoyarse entre ellas.
Imagen: Sophisticated Blogger, after Lejaren Hiller, Sr, por Mike Licht.
Whoever dares everything, loses their grip a bit. Whoever dares nothing, loses themselves.
(Soren Kierkegaard)
Soy fan de los AMA (Ask Me Anything) de Reddit. Me parecen una de las mejores formas de hacer lo más parecido a una rueda de prensa en internet, aprovechando las ventajas: que no todo el mundo tenga que estar presente y que el número de usuarios que quieren preguntar sea alto. Creo que así se logran las mejores preguntas y ganamos todos. Por otro lado nunca me terminaron de convencer los formatos de encuentros digitales de los grandes medios, tan acartonados la mayoría de las veces o tan políticamente correctos.
Me acuerdo de aquél AMA de Daniel Ellsberg, cuando uno de los participantes, PulvisEtUmbraSumus, le preguntó cuándo se había dado cuenta de que la administración de Nixon lo vigilaba antes de que se produjera la filtración de los papeles del Pentágono, y Ellsberg contesta que acaba de enterarse hace 10 minutos por su enlace. Ellsberg estaba maravillado del momento en el que acababa de suceder eso. Los AMA permiten que sucedan este tipo de cosas que no están previstas en ningún guión ni planificación. Ayer leía el AMA de Elon Musk, y más que sus respuestas, geniales, me fascinaban las preguntas: ni entre 20 periodistas hubiésemos hecho un cuestionario así.
Hace unos meses le pregunté a Ricardo Galli, uno de los fundadores de Menéame, si era muy difícil hacer un AMA en español y me dijo que ya lo tenía casi listo. A partir de ahí creo que no dejé de insistirle todos los días para preguntarle cuándo lo terminaría. Empezamos a hablar de cómo podría ser, mientras por el lado de eldiario.es estuvimos viendo la idea de hacer allí nuestros encuentros digitales, abiertos y en español: los Pregúntame.
Poder haberlo hecho en colaboración con eldiario.es y que aportemos la coordinación de la agenda de invitados me llena de satisfacción. Es un lujo trabajar en un medio donde se pueden hacer estas cosas, y donde puedes sentar a tu director a contestar preguntas sin filtro. No se olviden de pasar por el FAQ (las preguntas frecuentes) para saber cómo funciona, e invitados quedan para proponer a los próximos entrevistados. Empezamos el 2015.