SeAcabó: Rubiales desata el MeToo español

España ha ganado el Mundial de fútbol. Lo han ganado sus mujeres, y debería ser una noticia que acapare todas las portadas. Pero la verdadera noticia es que ha estallado un #MeToo en España, otra gota que colma un vaso o un barril. Este se llama #SeAcabó. Hay muchísimas expresiones de esto en prensa y redes sociales, pero intentaré resumirlo para amigas de otros países que me lo han preguntado en varias charlas este fin de semana.

En la ceremonia al recoger el título, el comportamiento del presidente de la Federación Española de Fútbol ha llamado la atención, pero lo que se ha hecho viral ha sido el «beso» que propinó a Jennifer Hermoso, una de las jugadoras (vídeo). Un acto claramente no consentido, cuando ella así lo deja claro en un directo inmediatamente después desde vestuarios, cuando le muestran el vídeo: «No me gustó, mírame ¿qué iba a hacer?».

Horas más tarde, ante la cantidad de comentarios en redes sociales sobre ese acto, Rubiales pide unas disculpas con la boca pequeña en un vídeo grabado desde Doha, en la escala del avión desde Sidney. Luego supimos que había presionado a la jugadora y a su familia para que saliera también en ese vídeo, y que las declaraciones que había difundido la RFEF en un comunicado no eran de Hermoso. El ministro de Cultura y Deporte de España, Miquel Iceta, advirtió el miércoles que si la RFEF no tomaba medidas, lo hará el Consejo Superior de Deportes (CSD).

El gran shock sucedió el viernes, en la asamblea extraordinaria que había convocado la RFEF, ya que la tarde anterior las informaciones de varios medios apuntaban a que Rubiales iba a dimitir. En un discurso que pasará a la historia del machismo en el siglo XXI en España, Rubiales gritó que no iba a dimitir, además de hacer alarde de su poderío en la RFEF, multiplicando el sueldo en directo de directivos, enseñándole a sus hijas lo que era el «verdadero feminismo» (sic) y describiendo el abuso del beso casi como si el acosado fuera él.

Al día siguiente, la FIFA que había abierto un expediente disciplinario suspendió a Rubiales. Isabel Valdés escribió: «Nada, hasta ahora, había podido con Luis Rubiales como presidente de la Real Federación Española de Fútbol: ni las acusaciones de malversación, ni las de cobrar comisiones, ni las denuncias por usar el dinero del organismo deportivo para pagar orgías, ni las de beneficiar a terceros de forma ilegal, ni la reivindicación de las 15 jugadoras el pasado año por las desigualdades y el trato».

Las reacciones, en el país y en todo el mundo, se siguen sucediendo. Por fin ha llegado el #MeToo a España: se llama #SeAcabó. Mamen Hidalgo, que viene contando desde hace meses en Newtral cómo han luchado estas mujeres del fútbol por sus derechos, lo vio claro desde un primer momento: «Esto no va de Rubiales, esto cuestiona toda la institución del fútbol en España».

En estos días no se ha hablado de otra cosa en mis chats. Ese discurso de Rubiales fue absolutamente pedagógico: está concentrado todo el patriarcado en unos minutos. Estas explosiones de feminismo suelen servir para que todas y todos abramos los ojos: unas (¡tantas!) recordando e identificando abusos -siempre vuelve a llamarnos la atención cómo los hemos normalizado. Otros, para preguntar a veces sobre temas feministas, siempre para entender que no hay tolerancia posible a una sociedad enferma.

Unos hechos ante los que se entienden muy claramente las palabras que hemos leído a autoras feministas y que hemos volcado en pancartas en las calles:

  • El consentimiento viciado por una relación de poder no es consentimiento
  • Las agresiones y los abusos no se tratan de sexo ni de deseo, sino de poder.
  • Queremos ser libres, y no valientes
  • No son enfermos, son hijos sanos del patriarcado

El feminismo cuestiona de raíz todas estas instituciones rancias y derechos de pernada: viene a cambiarlo todo. ¿Cómo no van a temer algunos a las feministas?

#seacabó

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