St. Jude: Judith Milhon

En una época en la que internet estaba dominada por los hombres, Judith Milhon, programadora autodidacta conocida como St. Jude, fue una ardiente defensora de los placeres de la piratería informática, el cibersexo y el derecho de la mujer a la tecnología. Su frase era «¡Las chicas necesitan módems!».

Fue miembro de Computer Professionals for Social Responsibility (Profesionales de la Informática para la Responsabilidad Social), un grupo que ella describía alegremente como una «comuna de programación izquierdista». CPSR creó el Proyecto de Memoria Comunitaria en 1973, que se considera el primer sistema informático público en línea.

Describió el hacking como un «arte marcial: una forma de defenderse de los políticos políticamente correctos, de las leyes demasiado intrusivas, de los fanáticos y de la gente de mente estrecha de todas las tendencias», en una entrevista concedida en 1999 a Michelle Delio, de Wired. El hacking, argumentaba, representaba «la elusión inteligente de los límites impuestos, ya sea por tu gobierno, por tus propias habilidades o por las leyes de la física».

Milhon desconfiaba de las jerarquías y le desagradaban especialmente los estereotipos masculinos asociados a los ingenieros y a los hackers de la zona de la bahía. Una vez comentó, tras visitar una reunión del Home Brew Computer Club en 1975, que había una llamativa falta de mujeres hackers de hardware, y que era frustrante ver la obsesión masculina de los hackers por el juego tecnológico y el poder.

Era periodista y fue editora de Mondo2000, «una publicación sorprendente para su época, que ayudó a dar a luz a una expresión creativa llamada cultura ciberpunk, una estética futurista y de ciencia ficción que interponía la piratería informática, la alta tecnología, el consumo de drogas, el sexo y la sensibilidad gótica».

No sólo bautizó a los cypherpunks sino que fue cofundadora del grupo, pero no se ha escrito mucho sobre ella. Murió en 2003.

La libertad, por Joan Margarit

Flecha en Vallecas

(…)

La libertad es un extraño viaje.
Son las plazas de toros con las sillas
sobre la arena en las primeras elecciones.
Es el peligro que, de madrugada,
nos acecha en el metro,
son los periódicos al fin de la jornada.
La libertad es hacer el amor en los parques.
Es el alba de un día de huelga general.
Es morir libre. Son las guerras médicas.
Las palabras República y Civil.
Un rey saliendo en tren hacia el exilio.
La libertad es una librería.
Ir indocumentado.
Las canciones prohibidas.
Una forma de amor, la libertad.

–Joan Margarit

De qué hablamos cuando hablamos de privacidad

Sexy Edward Snowden

Todos sabemos lo que es la privacidad, pero cuando hablamos de privacidad en internet sabemos que lo que hay en juego es mucho más que la definición de la RAE.

Un tiempo después de que Edward Snowden revelase la escala de invasión a la privacidad a la que estamos sometidos, tuve una charla con un experto en estos temas. Le dije que me parecía increíble que no hubiese más reacción por parte del público en general, ante lo que implicaba un giro en la manera en cómo nos relacionamos con la tecnología en el mundo actual. «Pareciera que no les afecta», le dije. Él me contestó: «Es que no les afecta».

La mayoría de las personas no ha visto diferencias notables en su vida después de que Snowden se jugara el pellejo para hacer conocer a la humanidad que era la más vigilada de la historia. La gente sigue escribiendo emails, haciendo click en enlaces, dando sus datos para obtener descuentos en el supermercado, hablando por teléfono con su madre para preguntarle una receta y dejando comentarios en redes sociales. Y no pasa nada.

Y no pasa nada, el experto lo repitió. Luego añadió: «Hasta que algún día ya no te interese hablar sólo de recetas y digas a tu madre que no estás de acuerdo con el sistema político que tenemos y que quieres hacer algo para cambiar eso», por ejemplo. O que vivas en un país donde ser homosexual es delito, y te veas perseguido por conversaciones que tuviste. O que tengas que atravesar una frontera porque ha estallado una guerra, y estés sin papeles en el país al que caíste. O que una institución del gobierno o una empresa para la que trabajas te pida hacer algo que va contra tus principios. Nunca sabes cuándo el sistema puede empezar a considerarte sospechoso. En ese momento empezarás a buscar una forma de comunicarte que no esté intervenida, y quizás sea tarde para empezar a reivindicar derechos perdidos.

No somos criminales, ni estamos paranoicos. Tampoco queremos renunciar a la inmensa explosión de conexiones sociales y expansión del conocimiento y de otras realidades que nos trajo la Web. No pensamos dar la razón a los neoluditas ni a los medios que hacen fotomontajes de hackers con pasamontañas. No queremos dejar de jugar y de explorar, ni estamos dispuestos a renunciar al espacio de libertad que nos prometieron en los albores de la internet. Tendremos que hacerlo con cuidado y pensando qué tipo de futuro queremos. Con decisiones conscientes sobre nuestros datos y nuestra exposición, conociendo cuánto vale la información sobre nosotros que sólo nosotros podemos dar, y protegiendo e informando a los que llegan a los ámbitos digitales, cada vez más jóvenes y cada vez más desde la intuición de gestos en una pantalla.

Rosa Luxemburgo dijo una vez: «el que no se mueve no siente las cadenas». Por eso es que cuando debatimos sobre privacidad también estamos hablando de libertad y de derechos humanos.

El próximo 4 de julio hablaré en la Jornada para Docentes en el CCCB sobre los orígenes del concepto de la privacidad y su evolución, y qué papel juega la tecnología en ello, en la conferencia «Privacidad en el entorno digital».

Libertad y privacidad en Internet es un post que he publicado allí con algunos temas de los que hablaremos en esas jornadas. Está también en catalán y en inglés.

Aún sin Tor en Las Naves

Alison Macrina, responsable del Library Freedom Project, instalando un nodo Tor en el Internet Freedom Festival 2016

Cuando hice esta foto, Alison Macrina, la responsable del Library Freedom Project (LFP), estaba feliz. Ese día habían logrado vencer otro obstáculo: conseguir un cable que necesitaban para terminar con la instalación de Tor en Las Naves, durante el Internet Freedom Festival.

Desde que llegó a Valencia para esta conferencia sobre privacidad y libertad de expresión en internet, se sentaba con su equipo a continuar con la instalación y cada día algo nuevo impedía que pudiera terminar su tarea. Pude hacerle una foto sonriente, pero finalmente ese día cuando terminaba la jornada volví a verla para preguntarle si ya teníamos nodo y me dijo que no había podido instalarlo.

El centro cultural Las Naves, que depende del Ayuntamiento de Valencia, anunciaba a finales de enero la decisión de instalar un nodo de salida Tor en su biblioteca, como una forma de apoyar la libertad de lectura y privacidad de sus lectores. La lucha por los derechos de los lectores por parte de bibliotecarios tiene una larga historia y la primera biblioteca en instalar un nodo Tor fue la de Lebanon, en Estados Unidos. Probablemente la segunda en el mundo ya no sea la de Valencia, ya que desde el Library Freedom Project señalan que han continuado con las siguientes en cola tras varios intentos infructuosos por conseguir respuesta desde Valencia.

La iniciativa de instalar un nodo Tor en una biblioteca pública en Valencia vino de parte de los organizadores del Internet Freedom Festival (IFF), cuyo director, Pepe Borrás, señala que «aparentemente, el nodo de Tor no se pudo instalar durante el IFF ‘por un mantenimiento de la red no comunicado previamente por el proveedor de Internet que da servicio al centro de Las Naves’, según me hizo saber el responsable de la red del centro.»

Según Macrina, sin embargo, los problemas logísticos fueron varios y consecutivos: «tuvimos una serie de pequeños incidentes que se hacían difíciles de resolver porque teníamos poco acceso al departamento técnico».

¿Qué tipo de incidentes? «Primero no teníamos un teclado, luego el cable para conectar el monitor no era del tipo que correspondía, luego los puertos ethernet que me habían señalado para utilizar estaban mal etiquetados, luego la instalación en aquel ordenador con Debian no funcionaba porque no reconocía el disco duro (tuvimos que cambiar el disco para arreglar esto), y finalmente el último día la compañía que provee la conexión estaba haciendo mantenimiento por lo que no tuvimos acceso a la red», enumera.

Los técnicos del Library Freedom Project volvieron a Estados Unidos después del festival, y hasta hace poco estaban esperando que la biblioteca les diera acceso a un ordenador virtual para poder hacerlo de forma remota. Pero a pesar de haberlo solicitado varias veces aún no han obtenido respuesta y han continuado su trabajo con el resto de bibliotecas que les habían pedido apoyo.

Ni nodo de salida ni nodo intermedio

Otro cambio de planes que hubo fue que los técnicos de la LFP se dieron con que no sería posible instalar un nodo de salida, y tendrían que conformarse con un nodo intermedio.

A pesar de que Macrina envió los requisitos meses antes de llegar a Valencia, cuando llegó a Las Naves vio que no tenían la infraestructura necesaria para un nodo de salida, que requiere su propia dirección IP, por lo que se dedicó a intentar instalar un nodo intermedio. Finalmente tampoco fue posible.

Promesas incumplidas

Los obstáculos parecen ir más allá de lo técnico o lo logístico, algo que confirmé con una charla con el responsable actual de Las Naves. Rafael Monterde es el encargado a nivel técnico de la fusión de las fundaciones públicas InnDEA y Valencia Crea. Esta última es la que ha gestionado Las Naves hasta ahora.

Monterde ratifica su voluntad de instalar el nodo Tor en la biblioteca, no ya el intermedio sino el nodo de salida, pero considera que esto tiene «un componente pedagógico y legal complicado». Le pregunté por qué: «Hay que hacer entender a otras partes de la administración y a otros actores también privados, que no estamos haciendo un agujero para violar la ley ni nada como eso. Hay mucha mala publicidad al respecto».

¿Qué falta para que ese nodo se instale? Monterde responde que tienen «que hacerlo viable». Según él, la decisión no la toma sólo él sino que debe ser consensuada: «al ser público, tanto el equipamiento como la propia gestión, requiere que haya una coordinación en todas las decisiones que tomamos. Evidentemente puede haber una punta de lanza, porque somos la parte de innovación pero eso tiene que ir acompañado de otras decisiones administrativas y jurídicas».

Monterde afirma que están «siendo cuidadosos», y reconoce que «esto es difícil de entender para gente que lo ve desde fuera, los compañeros que nos lo propusieron».

Cuando le pregunté por los próximos pasos que faltan o en qué fecha podría estar instalado el nodo, Monterde no concretó datos: «Fecha cuando hablamos de procesos administrativas es complicado. Ahora lo que estamos haciendo internamente es valorar desde el punto de vista jurídico, cuáles son los riesgos que estamos afrontando y cómo gestionarlos. Y eso requiere de un análisis que lamentablemente la administración va por detrás de la innovación tecnológica».

En esos días Monterde estaba siendo cuestionado por una comisión nombrada por el concejal que las coordina, Jordi Peris. Después de que el Ayuntamiento de Valencia decidiera despedir a 11 trabajadores, las contrataciones para las vacantes de dichos puestos fueron dirigidas por Monterde y su posición a lo largo del proceso de contratación es lo que se encuentra en tela de juicio.

Más:

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Kilton: La biblioteca que abrió la puerta a Tor

Hannah Arendt y sus ojos despejados

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Algunas profesiones tienen el privilegio de momentos de claridad, del acceso a ciertos descubrimientos y de poder mostrar su visión con palabras o con sus obras, como las de la investigación y la ciencia, filósofos, escritores, artistas. La verdad, tan perseguida, no es un animal doméstico. Muchas veces la vemos con horror y tenemos que contarla. Otras veces nos preocupa no poder imaginarnos las consecuencias de contarla. Otras veces ni siquiera es tan interesante y tenemos que descartar un titular que seguramente sería viral pero no cierto. Muchas veces no es la que pensábamos.

Una mujer, Hannah Arendt, judía, filósofa y superviviente de la matanza nazi, viajó a Jerusalem cuando juzgaron a Adolf Eichmann, tras haber sido apresado en Buenos Aires, y a la vuelta escribió un libro en el que desarrollaba el concepto de la banalidad del mal. Arendt se dió cuenta de que Eichmann no era tan interesante, y ni siquiera el monstruo inteligente obsesionado con la aniquilación de los judíos que el fiscal israelí intentaba mostrar. Eichmann se reveló a los ojos de Arendt como un burócrata mediocre y vulgar, que seguía órdenes y cuya mayor aspiración era el orden y la ejecución de un plan que le había sido encomendado.

Contra todo lo que esperaban sus lectores, su comunidad, sus pares académicos y una sociedad ansiosa de justicia contra cualquiera que representase el régimen nazi, Arendt escuchó, debatió y razonó. No se comportó como la judía defensora de la causa de su pueblo que muchos veían en ella, sino como una pensadora universal. No creía que un filósofo pudiera ser neutral con respecto a la política, aunque reconocía que Kant era una excepción, y en una entrevista dijo: «I want to look at politics with an eye unclouded by philosophy» (Quiero mirar a la Política con ojos despejados por la Filosofía).

There’s always tension between politics and philosophy. Between man as a thinking being and a man as an acting being. There’s a tension that does not exist in natural philosophy. Just like everyone else, the philosopher can be objective with regard to nature. When he says what he thinks he speaks for all mankind. But he can’t be neutral with regard to politics. Not since Plato. There is a kind of enmity against all politics in most philosophers, with some exceptions, Kant is one of them. I want no part in this enmity, I want to look at politics with an eye unclouded by philosophy.

Su libro abrió una guerra civil entre la intelectualidad neoyorquina y europea en los años 60, y ella además de las críticas sufrió ataques que la acusaban de nazi. Antiguos amigos e intelectuales dejaron de dirigirle la palabra.

Casi medio siglo después, «Hannah Arendt», la película de Margarethe von Trotta volvió a abrir el debate y el malentendido sobre la intelectual. Aunque el concepto de que quien hace el mal puede ser una persona corriente está aceptado como un descubrimiento de la filósofa, en el debate actual algunos consideran que no estuvo bien planteado en su libro y que el ejemplo de Eichmann no era correcto. Quizás el problema es que muchos de sus críticos no han leído el libro, y seguramente hacerlo es el primer paso para intentar comprender, el cual ella decía que era su objetivo al escribir.

En el vídeo más arriba puede verse con subtítulos en inglés la entrevista íntegra que le hizo Günter Gus para un programa de televisión alemán llamado «Zur Person» (La persona), emitido el 10 de abril de 1963 en ZDF.

Los artículos que publicó Hannah Arendt para The New Yorker y de los que luego surgiría el libro están online: Eichmann in Jerusalem-I, II, III, IV y V.

Citizenfour

Edward Snowden en Citizenfour

La película de Laura Poitras es un documental imprescindible para entender esta nueva etapa de internet. Citizenfour es, primero, un documento histórico que recoge de primerísima mano el encuentro de Edward Snowden con los periodistas que le ayudaron a revelar al mundo el mayor espionaje masivo conocido; y después, una película inquietante, donde es la información y no la música la que nos hace darnos cuenta de que no estamos viendo ciencia ficción. Escribí más sobre Citizenfour en Diario Turing.

Gobernanza: que no signifique una internet cerrada

Me resulta sumamente difícil empezar a imaginarme cómo podría haber sido mi vida sin internet. Cómo podría haber sido la vida de casi todas las personas que conozco. Simplemente, seríamos otros. No hubiera podido aprender tantas cosas, conocer tantos lugares, personas, códigos. Probablemente no hubiera podido comunicarme tan seguido con gente que amo, no hubiera viajado tanto, no me hubieran interesado los idiomas, y desde luego, no hubiera escuchado ni la décima parte de la música que he disfrutado.

Internet nació libre. Nunca perteneció a nadie, nunca tuvo una autoridad, nunca tuvimos que pedir permiso a nadie para crearla, para extenderla. Sus protocolos, son por naturaleza, abiertos, y por eso fue tan fácil construir, de un modo colaborativo, la maravillosa red de redes que tenemos hoy. Porque en internet descubrimos que si los que destruyen son 10, los que construyen y arreglan y ayudan y comparten son miles y millones. La red ha permitido que numerosos cambios sociales y políticos hayan sido posibles, que las injusticias sean conocidas y denunciadas, y que la libertad de expresión pueda seguir existiendo en este mundo de corruptos y burócratas.

A causa de eso, desde hace bastante tiempo se viene hablando de la gobernanza de internet como el desarrollo y la aplicación de principios, normas, reglas, procedimientos de adopción de decisiones y programas que configuran la evolución y el uso de internet.

Al principio estas cuestiones se limitaban más bien a lo técnico, cuestiones como por ejemplo los identificadores de dominios y direcciones IP y protocolos y parámetros manejados por la ICANN. Pero en 2005, en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en Túnez, se estableció el Internet Governance Forum (IGF), y desde ese entonces se ha abierto a una serie más amplia de cuestiones relacionadas a políticas en torno a internet, incluyendo la cuestión de si tiene que haber un control en una red que se ha desarrollado en ese fabuloso estado de caos fecundo.

Es tan natural para nosotros pensar que internet es un espacio de libertad que por obvio se vuelve invisible. ¿Qué pasaría si mañana Internet estuviera regulada por gobiernos? ¿Qué pasaría si esos mismos señores que hacen las leyes Sinde, SindeWert, Lleras, Hadopi, SOPA, PIPA, ACTA, se reunieran a puertas cerradas a tomar decisiones que afectan nuestro acceso a la red, sin consultarnos?

Y en 2012, el año de los mayas, esa reunión ya ha sido convocada. El próximo 3 de diciembre, una organización llamada Internet Telecommunications Union (ITU), la más antigua perteneciente a la ONU, ha convocado en Dubai a 193 países para definir el futuro de internet. Sí. Sin consultarnos.

La ITU trabaja con propuestas que no están expuestas a la luz pública, donde cada país tiene un voto, pero las votaciones se harán a puerta cerrada. Quienes usamos internet sólo nos enteraremos de las resoluciones cuando hayan sido tomadas. Algunas de las propuestas que ya han sido presentadas hablan de:

  • Cortar el acceso a internet por muchos motivos, muchos de ellos que van contra derechos humanos

  • Dar más poder a los gobiernos para que puedan monitorear el tráfico de datos de sus ciudadanos y tengan derecho a bloquear cualquier tipo de contenido

Internet ha sido posible gracias a su apertura, a su pragmatismo y su forma de funcionar, desde abajo hacia arriba (bottom-up governance). Es importante que reaccionemos y hagamos ver a estas personas que no estamos dispuestos a que se tomen decisiones sin escucharnos. La ITU ha empezado por poner los documentos de la World Conference on International Telecommunication en la red para que podamos consultarlos. Pero es necesario seguir atentos a las decisiones que se tomen.

Hay varias formas de actuar. Google ha iniciado una campaña llamada #freeandopen donde explican todo esto mediante un video:

Puedes visitar la página de la campaña Take Action, y dejar tu mensaje.

O entrar en Protect Internet Freedom y dejar tu firma.

O mostrar el video de la ITU a todo el mundo, para que sepamos lo que está en juego.

O seguir informándote, buscando información y contándolo a otros para que todos podamos dejar en claro a nuestros gobiernos que queremos ser escuchados, porque internet es como el agua y la luz: de todos. Y tiene que seguir siendo así.