Cambio: la palabra del 2008

El 2008 fue el año del cambio. Para mí y para todos. Y no estamos hablando de un cambio como cuando decimos rediseño, sino como cuando decimos reset.

Es el año en el que los europeos dejamos de pensar en las pateras que llegan y empezamos a pensar en las hipotecas que se quedarán sin pagar. En el que Rusia nos volvió a hacer acordar que hubo una Guerra Fría, y lo bonito que es tener calefacción en los inviernos europeos. Fue un año que pasará a la historia porque los estadounidenses eligieron no ya a un presidente negro, sino alguien además llamado Hussein y Obama.

Fue el año en el que algunas empresas comienzan a darse cuenta de dónde tienen que estar pero no saben cómo hacerlo . En el que los emprendedores se dieron cuenta de que el lujo de no tener un plan de negocio (conocido) quizás sólo se lo puede permitir un fenómeno como Twitter.

El año en el que perdimos la inocencia con Google, el año en el que por primera vez una tribu surge de internet. El año en el que hemos matado a los blogs y a los videoblogs, sólo para darnos cuenta de que están más vivos que nunca unos, y reinventándose los otros. El año en el que Twitter nos hizo creer que moría pero, a pesar de sus fallos, no pudimos matarlo, y su Failwhale hasta tiene un club de fans. En 2008 Chikilicuatre fue a Eurovisión, algo muy profundo tiene que haber cambiado para que eso suceda. Este año todo se volvió social, la política comenzó a aprovechar eso, allí y en mucho menor medida aquí, aunque por lo menos volvimos a tener un debate. El periodismo se ve desafiado, se cuestiona, se redefine y caen los ingresos de unos medios tradicionales que ven cómo sus audiencias van por otro camino.

Fue un año de cambios bastante profundos, y si teníamos alguna duda, terminó de hacer su entrada en el panorama la crisis. Palabra que sirve de triste excusa de malas decisiones empresariales y abandono, pero también una terrible época de turbulencias que limpiará lo que no sirva, desafiará a continuar a los que ya están en marcha, y obligará a repensarlo todo, a imaginar y a innovar.


Camino a Argentina

Hoy me voy a Argentina, en un viaje varias veces postergado. La última vez que estuve allí no había twitter, y yo estaba comenzando mi blog, en inglés y sin saber muy bien por qué. Fue en el 2004.

Desde que soy autónoma y trabajo sin un lugar fijo puedo hacer una de las cosas que más me gustan: viajar. En este viaje estaré en Mar del Plata, Buenos Aires, Córdoba, San Luis, y alguna ciudad más, visitando amigos y familia, y trabajando cada vez que encuentre una conexión. En Argentina no hay forma de comprar una conexión 3G para un portátil de tipo prepago, o sea sin meterse en un contrato por dos años, por lo que me han dicho.

Es la primera vez que me encuentro preocupada por si conseguiré wi-fi más que por saber qué ropa llevar, es la primera vez que llevo más cables que zapatos, y también la primera vez que tuitearé desde el país donde nací.

Voy a desvirtualizar a muchos conocidos online desde hace bastante y eso me llena de expectativas. Además, con varios nos juntaremos en el primer Twittbaires, organizado por Mauro Accurso y Perse. Tengo muchas ganas de charlar con todos y ver qué se está haciendo por allá en internet.

Con la sensación de que en este viaje no echaré mucho de menos a mis amigos porque están bastante conectados, tampoco me despido. Nos vemos, nos escribimos, nos leemos desde la otra orilla.

Por cierto, la foto es de Ernest.

Epistemología aplicada a Twitter (quién lo diría)

Que muchas de las simetrías del mundo real se transladan a Twitter, completamente de acuerdo. De Bruces publica un excelente y muy elaborado análisis matemático sobre este mundo online. Aunque Rodrigo tiene razón en algunas cosas sobre las que he charlado con él, no puedo decir que estoy de acuerdo.

Creo que todo este esfuerzo que ha hecho en demostrar la injusticia social de Twitter a través de la matemática está basado en premisas no medibles y por lo tanto intenta con un método de ciencias duras medir lo social.

Claro, yo soy herméneutica y no positivista y no puedo estar de acuerdo con la reducción que implica intentar medir relaciones sociales en métodos matemáticos… Hay muchas cosas que se pierden en el camino, para el modo de ver de muchos autores, las más importantes.

Por ejemplo, se menciona la riqueza como lo que aporta cada usuario al universo tuitero, riqueza como información basada en su trabajo, estudios o simplemente existir, pero cómo medimos los distintos tipos de usuarios: los que actúan como fuente de contenidos, los que actúan como nodos conectores, los que dinamizan conversaciones… incluso un mismo usuario combina estos diferentes usos según el momento.

En afirmaciones como esta:

(Crecimiento) Asintótico:  Cuando el usuario es “normal”, es decir, no presenta ninguna situación especial de valor o fama para el colectivo y sus twits tienen una relevancia equivalente a su personalidad.

y si estamos hablando de un estudio científico, no encuentro la definición de «valor para el colectivo», «relevancia equivalente a su personalidad».

Claro que yo conozco a Rodrigo, supongo lo que Rodrigo quiere decir, pero si nos estamos basando en lo que suponemos y no en definiciones explícitas, entonces falta base para el estudio. Es la misma dificultad que encuentran los positivistas cuando pretenden estudiar sujetos sociales desde los métodos de las ciencias duras: para definir todos estos conceptos hay que recurrir a las ciencias sociales.

Es tan rico el universo twitter en simbologías, en relaciones, en significaciones, en códigos… ¿Qué significan ciertos tweets para unos y qué para otros? ¿Cuáles son los mecanismos psicológicos de descarga, de reacción ante cada uno de los tweets, cuáles los sentimientos ocultos que desencadenan, cuáles las suposiciones y los imaginarios sociales e individuales que están en juego…? ¿Cuáles los roles sociales, los personajes que asumimos consciente o subconscientemente en este mundo virtual, cuáles los mensajes que nos comunican?

En algo sí estamos de acuerdo. Diferentes aproximaciones a algo que nos morimos por estudiar porque en el fondo nos apasiona por igual: las relaciones humanas, internet y la mezcla de ello. Lo mejor es que después de esto Rodrigo ya no me podrá decir que la obsesionada con twitter soy yo.

Tuitean un accidente de avión

En el incesante debate sobre la utilidad de Twitter como fuente de información, la misión de los periodistas y el necesario cambio de mentalidad de los medios ante un mundo donde las noticias vuelan cada vez más rápido, un avión sufre un accidente en Denver y varios lo tuitean desde allí.

El primer dato llegó a Twitter media hora antes de que las estaciones de noticias informaran. Los datos no fueron precisos en un primer momento: se dijo crash, y cualquiera podía pensar que el avión había caído. Una vez que se hizo conocida la noticia, la voz corrió por Twitter y se conocieron los tweets de varios pasajeros.

Mike Wilson (@2drinksbehind) fue uno de ellos, que además supo mostrar cierto sentido del humor sobre la situación, sin ofensas ni excesos, lo que alguno agradeció, comparándolo con el reporte de la noticia que hubiera hecho la agencia de prensa de turno.

[Traducción muy libre: Estás cagado de miedo, consigues arrastrar tu culo fuera de una bola de fuego y ni siquiera te dan un gin tonic. Bu. (Lo decía porque en la sala del aeropuerto donde los dejaron había barra pero la compañía no les dió nada)]
Loic Le Meur apuntaba que acababa de oír al portavoz oficial del aeropuerto en la CNN diciendo «lo siento, no tengo datos», mientras la información fluía directamente de las fuentes en ese momento. Loic se imaginó a un periodista preguntando directamente en tiempo real, tweet a tweet.

Otro hecho más que me hace pensar que mientras en muchos congresos los periodistas seguimos discutiendo si Twitter es una fuente o no, nos estamos perdiendo todo lo que nos llevó a ser periodistas: el entusiasmo por descubrir historias, la idea de cambiar el mundo, la búsqueda estilística (sí, hay que escribir bien y buscar nuestro estilo), las ganas de contar, al fin y al cabo.

Return to the island

Está clarísimo. Saben que tienen el poder y nos están haciendo sufrir. Falta más de un mes (32 larguísimos días) y los productores de LOST nos ponen vídeos con spoilereantes avances, siembran internet con pósters que nos hacen encontrar pistas hasta en la tipografía y hasta nos hacen tararear a The Fray. Es justo? No. Pero tenemos toda la culpa por haberles dicho que tenían nuestro corazón entre sus manos.

Las 5 etapas de la aceptación de Twitter

Twitter está aquí para quedarse, o por lo menos desde ahí parte Roshit Bhargava en un post en el que comenta cinco etapas que suelen suceder al usar twitter. Traduzco:

1. Negación: «Twitter me parece algo estúpido. A quién le importa lo que otra gente esté haciendo ahora mismo?»

2. Presencia: «Ok, no entiendo por qué la gente lo adora, pero al menos me abriré una cuenta.»

3. Vertedero: «Estoy en Twitter y lo uso para poner enlaces a mi blog y mostrar a la gente mis notas de prensa».

4. Conversación: «No posteo siempre material útil, pero uso Twitter para mantener auténticas conversaciones 1×1»

5. Microblogging: «Estoy usando Twitter para publicar información útil que la gente lee y también converso con ellos 1×1 auténticamente»

Yo creo no haber pasado por la primera fase porque me acuerdo de haber ido a hacerme una cuenta para-ver-que-era apenas me enteré que existía. Aunque sí pasé por las siguientes: abandoné la cuenta porque no encontraba a nadie conocido, volví a los pocos meses y empecé a conversar como una loca.

Ahora he reducido el ritmo. Hay mucha más gente y a veces temo causar ruido innecesario, pero a la vez me doy cuenta de que la definición de ruido está siendo cada vez más subjetiva en estos ámbitos. Si una conversación te es útil y es útil a los que te leen aunque no participen, entonces cualquier tweet deja de ser superfluo y se convierte en necesario, porque te llevó a generar esa conversación.

¿Os pasa lo mismo? ¿Se reconocen en las etapas? ¿O reconocen a otros tuiteros? Cuenten.