Bitcoin leaves people behind

Bitcoin, like any other kind of financial system, is about speculating and increasing the value of your assets for profit. This system is not fair and is really not working for most of the people. I am no longer interested in revolutionary technologies that leave so many people behind. How many people own most of the Bitcoins? I think like 40 people.

– Geraldine Juárez, en Why Is This Artist Burning Bitcoins?

Susan George: «La revolución no está en la web»

«Temo una nueva crisis del sistema financiero. En mi libro explico que las 50 principales empresas del mundo están muy correlacionadas. Esto no es ficción si miras quién controla a quien en el mundo transnacional. Las más interconectadas están en el borde de cuchillo. Si la economía va bien no pasará nada, pero si algo va mal en alguna de ellas, todas caerán como un dominó. Además, 48 de esas compañías son grandes entidades financieras. Esto significa que sí, que un nuevo Lehman Brothers es posible, porque nadie tras el anterior crash ha sido capaz de poner al sistema financiero bajo control.»

Esto dice Susan George, politóloga, analista y presidente de honor de Attac, en una entrevista donde habla de su último libro, mezcla de realidad y ficción: El Informe Lugano II. Cree que internet es muy necesaria para luchar contra esto, pero que la verdadera revolución está en las calles, y estoy de acuerdo con esto. A veces en nuestro entusiasmo tecnológico creemos que todo lo podemos hacer a través de la red, pero sigue siendo necesario conectar eso con las calles.

Internet es una herramienta estupenda, pero no es el lugar donde tiene que llevarse a cabo la revolución. La revolución no está en la web, está en la calle, con lobbys que planten cara a los lobbys de los ricos en las mismas condiciones, con una buena definición de los objetivos que se quieren conseguir y una buena estrategia de unión para llegar a todos ellos. Internet se puede utilizar para facilitar la información y la documentación que la gente necesita para formase y a apoyar la lucha callejera, pero la protesta sólo en web no tiene potencia.

Islandia y nosotros

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Llamamos revolución a la egipcia o a la tunecina porque han quitado a tiranos… ¿Cómo llamaremos a las revoluciones que hacen oír la voz del pueblo a gobernantes denominados demócratas que creen que la democracia es sólo votar cada 4 años? Hemos devaluado tanto a nuestras democracias, llamándoles así cuando no lo eran, llamando representantes del pueblo a quienes claramente no nos representan, que ahora, cuando salimos a la calle a decirle unas cosas a una ministra que no nos escucha nos tachan de anárquicos, rojos y otras cosas.

Así empieza Islandia, o cuando una mejor democracia es revolución, el post que publiqué ayer en ALT1040 (léanlo completo) porque continuaba comentando el grandísimo ejemplo que ha dado Islandia en lo que se ha llamado la revolución silenciada. Los comentarios, donde se habla de neoliberalismo, de innovación y de anarquía están cargados de razón y ahí encontré esto:

La innovación no tiene bases políticas (Camanarac)

Tan cierto. Algo está mal cuando muestras a un pueblo que hace escuchar su voz y lo primero que te dicen es que son de religión protestante, que son un país pequeño, en conclusión, que esto no sucederá en [X] (sustituya X por cualquier país hispanoamericano). Cuando nos apresuramos en buscar diferencias en vez de buscar lo que todos tenemos en común.

Todas las sociedades son particulares, porque tienen su historia y sus circunstancias, porque las personas somos diferentes, pero si buscamos excusas siempre nos mereceremos tener los políticos que tenemos. Si buscamos comodidad, tendremos bipartidismo. Si queremos innovación, tendremos que movernos, no pensar que podremos estar incómodos, sino incluso buscar salir de esa zona de confort, hablar con otros, confrontar nuestras ideas. Y puede ser que en el proceso se nos caigan muchos prejuicios, como que la innovación sólo era cosa de neoliberalistas.

Foto: grindlebone

Freedom

“The most important kind of freedom is to be what you really are. You trade in your reality for a role. You trade in your sense for an act. You give up your ability to feel, and in exchange, put on a mask. There can’t be any large-scale revolution until there’s a personal revolution, on an individual level. It’s got to happen inside first.”

– Jim Morrison

No necesitamos periódicos, necesitamos periodismo

Clay Shirky, escritor, consultor y profesor norteamericano, dedicado a analizar los efectos económicos de la tecnología desarrollada en internet y el futuro de los medios, ha publicado un post donde analiza la revolución que está sucediendo en torno a la prensa escrita, la tantas veces ninguneada muerte de los periódicos y ahora ya desesperada búsqueda del nuevo modelo. Si entendiésemos que a partir de ahora no necesariamente periodismo y papel van de la mano, empezaríamos a comprender la situación, que por el momento está hecha más de preguntas que de respuestas. Como en toda época de revolución y cambios, no podemos ver el futuro sin antes experimentar, arriesgarnos, abrazar lo impensable.

Sin que pueda servir de excusa para que lean el post completo, les dejo unos fragmentos:

Inside the papers, the pragmatists were the ones simply looking out the window and noticing that the real world was increasingly resembling the unthinkable scenario. These people were treated as if they were barking mad. Meanwhile the people spinning visions of popular walled gardens and enthusiastic micropayment adoption, visions unsupported by reality, were regarded not as charlatans but saviors. When reality is labeled unthinkable, it creates a kind of sickness in an industry. Leadership becomes faith-based, while employees who have the temerity to suggest that what seems to be happening is in fact happening are herded into Innovation Departments, where they can be ignored en masse.

[…]

“If the old model is broken, what will work in its place?” To which the answer is: Nothing. Nothing will work. There is no general model for newspapers to replace the one the internet just broke.

[…]

That is what real revolutions are like. The old stuff gets broken faster than the new stuff is put in its place. The importance of any given experiment isn’t apparent at the moment it appears; big changes stall, small changes spread. Even the revolutionaries can’t predict what will happen.

[…]

And so it is today. When someone demands to know how we are going to replace newspapers, they are really demanding to be told that we are not living through a revolution. They are demanding to be told that old systems won’t break before new systems are in place. They are demanding to be told that ancient social bargains aren’t in peril, that core institutions will be spared, that new methods of spreading information will improve previous practice rather than upending it. They are demanding to be lied to.

There are fewer and fewer people who can convincingly tell such a lie.

[…]

I don’t know. Nobody knows. We’re collectively living through 1500, when it’s easier to see what’s broken than what will replace it. The internet turns 40 this fall. Access by the general public is less than half that age. Web use, as a normal part of life for a majority of the developed world, is less than half that age. We just got here. Even the revolutionaries can’t predict what will happen.