Muchas reflexiones e ideas nos inspiró Daniel Innerarity hoy en el encuentro con investigadores, periodistas, organizaciones civiles y representantes del sector tecnológico. Afuera el edificio Metrópolis que se alzaba sobre los 38°C de Gran Vía y Alcalá nos sirvió de marco para debatir conjuntamente sobre los retos y derechos que conlleva una IA en democracia. Una IA que impuesta a través de narrativas tecnosolucionistas, exige tremendos recursos sin control de los habitantes a los que afecta y no significa lo mismo para todos. Como dijo el filósofo, «hay muchos seres humanos en el loop de la IA, y muchos de ellos están mal pagados».
Para leer más sobre el tema, el número 138 de la Revista CIDOB d’Afers Internacionals «Desigualdad algorítmica. Gobernanza, representación y derechos en la IA» que acaba de publicarse y está disponible online.
«Los ingenieros nos dicen que los medios hemos cuidado muy poco los datos de nuestras audiencias», uno de los apuntes que se escuchó en nuestra mesa redonda ayer en Fundae, de boca de Pilar Sánchez-García, investigadora de la IA de la Universidad de Valladolid.
Como periodistas tenemos que escuchar más a los ingenieros y sobre todo, preguntarles más, entender lo que está pasando con la IA para tomarla como una herramienta útil al periodismo, sobre todo para tenerla de nuestro lado en estos tiempos de desinformación, y que sirva a los intereses del público y no a los de unas pocas plataformas. La jornada organizada por Fundae fue un espacio excelente para tratar este y otros temas. Nuestra mesa «Nuevas oportunidades en el periodismo: IA, perfiles y formación» nos reunió a esta investigadora, a Marcelo Ortega y a mí para conversar sobre los perfiles periodísticos del futuro que ya podemos intuir. O eso intentamos.
Esta semana he estado conversando con María Ramírez, Pablo Simón y Daniel Gascón en «Polarización contra la democracia«, la última de las conversaciones del ciclo Atrévete a pensar, organizado por Penguin Random House y Fundación Telefónica. Una charla a cuatro voces, en la que cabía el Twitter de Musk, mi preocupación por la pérdida de los espacios públicos para debatir, las burbujas de ayer y de hoy y la recomendación de cuidar con quién nos juntamos en los grupos de WhatsApp. Las fotos son de Ricardo Domingo.
Tuve la suerte de participar en el XXII Foro Eurolatinoamericano de Comunicación, celebrado en Cartagena de Indias entre el 24 y el 26 de octubre. El evento, organizado por la Asociación de Periodistas Europeos (APE), la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina, reunió a periodistas jóvenes y emprendedores de toda Iberoamérica. Fue una experiencia enriquecedora en lo profesional y lo personal. Me encantó estar allí compartiendo aprendizajes con tantos colegas y proyectos innovadores de medios latinoamericanos que están transformando la manera en que se hace y se entiende el periodismo.
Participé en el panel “La juventud como audiencia”, moderado por Flavio Vargas (CAF), junto a Álvaro González de Radiónica (Colombia), Rafael González y Daniel Mountain. Durante la conversación, hablamos de algo que para mí es fundamental: cómo conectar con las audiencias jóvenes desde un periodismo que no solo informe, sino que también escuche, dialogue y emocione. En Vozpópuli, donde trabajo como jefa de Producto, apostamos por medir no solo el tráfico, sino también el tipo de interacción que genera cada contenido. Nos interesan las métricas cualitativas porque nos ayudan a entender cómo se relacionan nuestros lectores con lo que publicamos, y qué los mueve a compartir, a comentar, a volver.
También compartí cómo usamos herramientas de analítica en tiempo real para adaptar los contenidos a lo que está ocurriendo en ese preciso momento, y cómo las redes sociales deben dejar de ser vistas únicamente como canales de distribución para convertirse en espacios de cocreación. Las audiencias —especialmente las más jóvenes— quieren formar parte de la conversación. No buscan solo informarse, sino también participar. Y eso implica que el periodismo debe estar dispuesto a abrirse, a escuchar, a replantearse constantemente sus formatos y su lenguaje.
Una de las grandes riquezas del foro fue el intercambio con colegas que están creando nuevos medios en contextos muy diversos. Ver de cerca proyectos como Chequeado en Argentina o La Silla Caribe en Colombia me reafirmó en la idea de que el periodismo emprendedor no es una moda, sino una respuesta real y necesaria a los desafíos actuales: la desinformación, la polarización, la pérdida de confianza. Estos medios jóvenes no solo ofrecen información rigurosa y verificada, sino que además están experimentando con modelos sostenibles y con formatos narrativos frescos, creativos y profundamente conectados con sus comunidades.
Las conclusiones del encuentro reflejaron precisamente eso: que hay una generación de periodistas que no solo se adapta, sino que innova; que no solo se forma, sino que emprende; y que entiende su papel social con responsabilidad. La lectura de la Declaración de Cartagena de Indias cerró el foro con un llamado claro: fortalecer un periodismo joven, independiente y comprometido que enfrente con rigor los discursos manipuladores y defienda la verdad como bien público.
Volví de Cartagena con muchas ideas y una certeza: el futuro del periodismo está en la conexión real con las audiencias. No se trata solo de alcanzar a los jóvenes, sino de entenderlos, de hablar con ellos y no solo para ellos.
Hace unos días fui a Zaragoza a recibir en nombre de eldiario.es el Premio Zangalleta que otorga desde hace 20 años la FDA, Fundación de Disminuidos Físicos de Aragón. Fue un gustazo estar allí con Raúl y Pablo, del blog De Retrones y Hombres, quienes tienen mucha de la culpa de recibir este premio. Desde que nació eldiario.es, quisimos mostrar las noticias en su dimensión social. Un dato no significa nada si no entendemos qué pasa con las personas detrás de él. Las primeras secciones con las que nació eldiario.es fueron política y economía, y fuimos sumando otras, como Sociedad, y Desalambre, dedicada exclusivamente a los derechos humanos. En la redacción hay una prioridad constante que es la de abrir espacios, contar otras realidades que no reflejan otros medios, y poner a disposición de quienes tengan algo que contar nuestra plataforma, sobre todo de quienes no tienen ese altavoz que pueden encontrar en otros medios: minorías o grupos que no tienen visibilidad. A los pocos días de que yo empezara en el eldiario.es, Nacho me mostró un email que había recibido: era de Pablo y Raúl, dos chicos de Zaragoza con discapacidad física, los «retrones» en cuestión. En ese mail, nos contaban que querían escribir en un blog. Lo pusimos en marcha enseguida. Yo entonces no sabía lo que quería decir retrón, y a partir de leer la palabra tantas veces en esos posts le tomé tanto cariño que me resulta difícil buscar otra para hablar de ellos. Como dicen ellos mismos:
No nos gusta la palabra «discapacitado». Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a «retroceder». La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen. Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión.
Muchas veces estoy por usar esta palabra y pienso “Marilín, para los otros fuera del blog esto suena diferente, lo pueden tomar de forma negativa”, y entonces empiezo a buscar otras palabras, todas muy correctas pero ciertamente menos adorables. De hecho surgen discusiones: en Twitter, en la redacción, a la hora de comer, en listas de emails. Dentro y fuera de redes sociales, en privado y en público. Hablamos mucho de si las palabras son las adecuadas, si estamos refiriéndonos a un colectivo correctamente, si al fin y al cabo son las palabras tan importantes como nos parecen y no son sólo una forma hipócrita de no tocar otros temas más graves. Y al final terminamos hablando de su situación, de los problemas, de la sociedad en la que estamos unos y otros y de lo que queremos cambiar. En este punto yo, íntimamente, pienso que lo estamos logrando. Y esto es lo que nos hace ir todos los días a la redacción, quemarnos las pestañas hasta la madrugada editando un artículo, poniendo en marcha un especial, peléandonos con el sistema de edición. Y que Pablo me diga después del acto que nunca se ha sentido tan libre escribiendo en un medio. Es eso, y quizás no tanto un premio, lo que nos da fuerzas para pensar que otra forma de hacer periodismo es posible.
¿Qué difícil parece decir algo nuevo sobre blogs a estas alturas del partido, no?
Este fue el tema que me propuso la gente de Fundéu para la charla en Comunica2 hace unas semanas, y pensé que debíamos agregar el «todavía» en el título. Hace años venimos matando a los blogs. Y los blogs están tranquilos, sin el ritmo frenético de las redes sociales, pero allí marcando temas y ocupando su lugar. Dejo aquí algunos apuntes de la ponencia que dí allí.
Hay una dinámica muy interesante entre blogs y redes sociales, porque ellas han hecho que necesitemos un lugar más reposado donde escribir y explicar las ideas. Un espacio propio donde argumentar, recoger otras opiniones de los comentaristas y también un archivo propio donde queden apuntados los distintos aspectos y la evolución de esos temas.
Ser blogger es ser público
Desde que se escribe en internet, la palabra toma una dimensión global. De ahí que exista una preocupación por desenvolverse de una forma adecuada en internet, y que haya tanto interés en saber cómo comunicar mejor, como ha constatado la Fundéu.
Desde que uno tiene un blog, asume que es público en internet: tiene una voz, unas habilidades y es un participante activo en el espacio de la red.
Voz propia: Hablamos desde nosotros mismos y no pedimos permiso a ningún jefe o editor para publicar.
Habilidades: Los bloggers gestionamos información, nos nutrimos y comentamos datos y opiniones que circulan en la red. Incluso quienes no hacen periodismo, todos hemos aprendido a hacer un uso de la información que nos llega: la guardamos, la descartamos, la compartimos en un sitio o en otro, se la enviamos a alguien por email o la tuiteamos. Escribimos para humanos pero también escribimos para máquinas (códigos, hashtags), y aprendemos a diario en un entorno cambiante.
Somos activos: El texto es poderoso, pero el texto con enlaces es más poderoso porque ejecuta acciones. El blogger lo sabe, y el blog es su arma.
Redes sociales, blogs y Primavera Árabe
Hoy las estrellas son las redes sociales. Ya casi no hablamos de los blogs. Y eso es muy bueno. ¿Se acuerdan de la época en la que todos los congresos hablaban de blogs? ¿Todos los periodistas hablaban de blogs? ¿Todos los blogs hablaban de blogs?
Los blogs han pasado a ser lo que eran desde el primer momento: una herramienta. Sacudieron todo, nos cambiaron la vida, pero ya no los sobrevaloramos. Los hemos incorporado a nuestra vida, como en su momento incorporamos el teléfono móvil.
Los blogs ya no son algo de principiantes, y el que quiera hablar de ello como algo no profesional se ha quedado en el pasado o recién llega al territorio digital. Los blogs son medios de comunicación muy importantes, algunos podrían ser casi multimedios, como las redes de blogs.
También los blogs personales o profesionales han construido su comunidad y su audiencia y en muchos casos generan agenda. Los blogs instauraron muchas prácticas de las que luego se nutrirían otros medios digitales.
Los bloggers fueron los primeros que se hicieron amigos de las máquinas, y fueron quienes sembraron el camino para la gran socialización de los contenidos que vino después.
Cuando se habla de que las redes sociales ayudaron a movimientos como la Primavera Árabe o el 15M, estamos hablando, sin mencionarlos, también de los blogs, que fueron la base de mucha información que de otra manera no hubiera podido ser expuesta.
La Primavera Árabe tiene detrás el trabajo continuado de decenas de bloggers críticos que desde principios del 2000 venían denunciando abusos del régimen. El número de blogueros iraníes, por otro lado, era de medio millón a principios de 2009 (otras fuentes mencionan 700.000).
Las redes han sido muy importantes en la consolidación de los líderes de las revueltas. A quienes no están familiarizados con internet les resulta muy asombroso cómo se crea un líder con esa velocidad y cómo los demás dan confianza y credibilidad a personajes desconocidos
Hay mucho para hablar sobre internet y sus códigos, pero vamos a intentar centrarnos en lo que hace de la comunicación a través de un blog algo sumamente efectivo, nuevo (todavía) y hasta divertido.
Elementos y pilares (o pelos y señales) de un blog
Todo blog tiene ciertos elementos que hacen que sea efectivamente un blog y no otro tipo de medio digital o sitio web. Sin extenderme demasiado, menciono rápidamente algunos: nombre, tagline, about me o sobre mí, páginas de contacto (páginas estáticas), posts en orden cronológicamente inverso, enlaces, comentarios, blogroll, componentes sociales y varios más.
Pero además de estos elementos, hay 5 pilares fundamentales que definen a un blog mejor que los elementos anteriores:
Honestidad: El blogger siempre tiene un pacto con el lector: aquí vierte su punto de vista, sin necesidad de objetividad. La honestidad en la forma en que él encuentra y muestra la información que tiene y sus opiniones es lo primero. De allí que la rectificación sea algo normal y natural y que haya predisposición a escuchar al lector.
Tema: Un blog normalmente gira en torno a un tema, o una serie de ellos. Incluso cuando un blog es personal, como es el caso de este, hay una serie de temas que son los que interesan al autor.
Subjetividad: Como bloggers tenemos bien claro que la objetividad no existe y que cualquier subjetividad es más honesta que una pretendida objetividad. Quien habla lo hace siempre desde su voz personal. También hay un fuerte componente emocional, que juega un doble papel: por un lado ayuda a consolidar las redes y crea empatía, construyendo una comunidad afectiva, un común en torno a sensaciones y emociones compartidas. En este sentido los blogs comparten con las redes sociales el hecho de ser una acumulación de capital social y confianza. Por otro lado, al actuar este componente emocional y sobre todo al utilizar sistemas de publicación cada vez más veloces, puede ser que algunos mecanismos irracionales incidan sobre lo que publicamos y se favorezcan los extremos.
Regularidad: Las entradas del blog necesitan tener algún tipo de regularidad y continuidad en el tiempo.
Humildad y ego: Se acusa a los bloggers de tener un gran ego, pero también es cierto que se necesita mucha humildad para aceptar que uno se equivoca, rectificar y seguir adelante.
—
Estos apuntes son parte de la conferencia que di en Comunica2, el congreso universitario sobre redes sociales en el Campus de Gandía. Ya están algunas fotos del Congreso hechas por Xose Castro y por mí.
Este fin de semana estaré en el Internet Meeting Point, que por primera vez se celebra en Oviedo. Su programa ya está publicado y habrá streaming desde la web para que lo sigan quienes no puedan ir.
Tengo muchas anécdotas y momentos guardados en la memoria de las anteriores ediciones. En el FIMP 2009 comimos queso Cabrales con Mark Frauenfelder y estuve en la «mesa de chicas»; en 2010 recuerdo que nos tocó bastante sol y hasta paseo por la playa (en el norte suele llover y hacer un tiempo de perros) y el año pasado, el año del #15M, estuve moderando el panel de Evolución Política en Internet. El tiempo fue de perros, pero la organización se encargó de hacer que ni nos diéramos cuenta de eso y disfrutáramos mucho con las ponencias.
Este año me han convocado como parte de la mesa «Tendencias Sociales. De las redes sociales a la realidad y de la realidad a las redes sociales», tema amplio si los hay, y cuyo título, la verdad, me intriga. ¿Las redes sociales tienen que «ir» a la realidad? ¿No son ya una parte importante de ella? Iré allí a preguntárselo al resto de la mesa. Anuncian lluvias y frío, lleven abrigo.