Hablando (de más) en el SICARM

Esta semana estuve en el SICARM, IX Foro Anual de la Sociedad de la Información en Murcia dando una charla en el marco de las Jornadas de Periodismo Digital sobre Redes Sociales y Nuevos Perfiles para Comunicadores. El tema fue propuesto por Sergio M. Mahugo, a raíz de una charla de café que tuvimos hace unos meses donde le comentaba que para los comunicadores que se atrevan a ampliar la visión sobre su campo hay mucho por hacer en el ámbito de internet. A Sergio le gustó que yo le dijera que un community manager por ejemplo es un gran comunicador, pero yo, que creo cada vez menos en las etiquetas, les hablé de buscar su propio camino profesional y cosas como ésas, que no tienen instrucciones de uso.

Como todo aquél que va creyendo que puede enseñar algo a alguien, aprendí mucho más y disfruté muchísimo con el turno de preguntas y las charlas con los alumnos fuera en los pasillos. Una palabra que se repite mucho en la boca de los estudiantes hablando del futuro y de la profesión es miedo. Yo les pregunté si creían que yo no tenía miedo todos los días o ante cada nuevo proyecto. ¡Claro que me muero de miedo!. Pero si yo hubiese permitido al miedo quedarse más de dos segundos probablemente ni siquiera estaría escribiendo esto, ni hubiese hecho las cosas más apasionantes de mi vida.

Hubo unos problemas con el conector y no pude usar mi ordenador. Las diapositivas no se vieron del todo bien y hablé más de lo que había en el guión, aburriendo terriblemente a toda la sala, pero si alguien insiste en mirar el vídeo, pueden encontrarlo aquí, y ver cómo no hay que hablar de la inexistencia de la objetividad periodística cuando estás invitada para hablar de otra cosa.

Un tema recurrente fueron las emociones en cuanto a los diferentes medios utilizados y la habilidad del periodista para entenderlas y hacer mejor su trabajo. Surgió el tema tanto en mi charla como en la de Arturo Merayo, que me gustó mucho y que a todas luces maneja el powerpoint mejor que yo.

La organización del SICARM ha sido impecable. Sería bueno que  en las próximas ediciones haya más espacio para la parte de Periodismo Digital, porque actualmente el evento está más dedicado a otros temas más tecnológicos. A modo ilustrativo, a la hora de las comidas, las mesas más numerosas estaban llenas de señores con corbatas, seguía un estilo fashion en la mesa de los animadores e ilustradores (la sección dedicada a animación digital es importante) y en la de los periodistas digitales, nosotros, desentonábamos estrepitosamente con el resto.

Coincidimos allí con algunos colegas, José A. Gelado, Jesús Gordillo y Pau Llop entre ellos, (también por supuesto mi querido Sergio Mahugo que tuiteó mi ponencia (1 con foto, 2, 3, 4) y fue de los primeros en levantar mano cuando pregunté quién tenía twitter). Las horas se me pasaron volando. De allí me fui a Granada, donde no quise perderme la última jornada del Blogs y Medios (va en otro post). Algunas fotos rápidas de Murcia han quedado en este set de Flickr.

Like a windowpane

«All writers are vain, selfish, and lazy, and at the very bottom of their motives there lies a mystery. Writing a book is a horrible, exhausting struggle, like a long bout of some painful illness. One would never undertake such a thing if one were not driven on by some demon whom one can neither resist nor understand. For all one knows that demon is simply the same instinct that makes a baby squall for attention. And yet it is also true that one can write nothing readable unless one constantly struggles to efface one’s own personality. Good prose is like a windowpane. I cannot say with certainty which of my motives are the strongest, but I know which of them deserve to be followed. And looking back through my work, I see that it is invariably where I lacked a political purpose that I wrote lifeless books and was betrayed into purple passages, sentences without meaning, decorative adjectives and humbug generally.»

– George Orwell, Why I Write (via tarts)

Photo by jon madison

Entrevista: Se acabó el control absoluto

Gregorio Verdugo publica una entrevista que me ha encantado contestar, sobre todo porque son temas sobre los que pienso bastante aunque no publico mucho.

Cuando estaba en la universidad discutíamos todo el rato sobre lo que tiene y no tiene que ser un periodista, y ahora veo que esas mismas discusiones se extienden en la red, implicando a muchas personas que manejan información. Me parece muy bueno que unos y otros volvamos a revisitar nuestras conclusiones de entonces, que podamos ampliarlas, recuestionarlas y analizar los nuevos esquemas informativos y comunicativos de nuestra sociedad.

Aclaración: fotógrafa sólo amateur, y las apreciaciones sobre mí del primer párrafo son exclusiva responsabilidad del editor de ese blog.

Transcribo aquí la entrevista:

¿Qué fue de la función de servicio público del periodismo?

Ha ido perdiéndose, evidentemente, de la mano del desprestigio de la profesión en general. Las causas son varias pero pasan por la primacía de lo económico frente al rol que siempre tuvieron los medios como portadores de noticias de interés público.

Sin embargo, la función de servicio público sigue existiendo, sólo que ha quedado relegada a lo individual. No creo que nadie estudie periodismo en estos años por ganar bien, porque es una profesión que está muy mal pagada, en nuestros países hispanoparlantes por lo menos.

Estoy hablando de esa pasión por contar la verdad que lleva a tantos estudiantes a seguir esta carrera y a muchos que no la siguen pero que de igual forma publican contenidos con el mismo entusiasmo. Es lo que nos hace seguir siendo periodistas, y no publicistas, por ejemplo. Es tener ese dato que servirá a mucha o poca gente, y saber que vas a publicarlo, no porque alguien te pague por eso, sino porque sientes cierto deber en hacerlo.

Luego en el mundo laboral de los medios eso choca de frente con muchos obstáculos, algunos pese a ello siguen intentando poner calidad en lo que hacen y otros simplemente se amoldan, se resignan.

La función de servicio público sin embargo se sigue cumpliendo porque está en las manos de muchas personas, a nivel individual más que colectivo, poder publicar y tener voz, algo que antes era sólo un privilegio de las empresas periodísticas. Al decir servicio público también estamos dando por sentado que nos tienen que servir la información, masticada y procesada, que hay alguien responsable de proveernos esa información: no estoy tan segura de que eso tenga que ser así. El lector cada vez es más activo y es o debería ser tarea suya saber a quién lee, y qué intereses hay detrás de cada publicación.

¿Es el llamado periodismo ciudadano un bulo para ahorrar costes?

Aunque creo que el nombre de periodismo ciudadano es erróneo, no es un bulo. El «llamado periodismo ciudadano» es un fenómeno real, pero no es otra cosa que parte del contenido generado por usuarios, que de forma masiva, espontánea y sin fines de lucro, se lanzan a publicar video, fotos, texto en Internet.

Efectivamente, han sido muchos los intentos de los medios para utilizar estos recursos como forma de conseguir material informativo a poco o nulo coste, pero no han llegado a formar un esquema sólido de cara al futuro. Una cosa es que un periodista esté alerta a lo que está siendo generado por usuarios y pueda utilizarlo como parte de sus fuentes, y otra cosa diferente es que un medio pretenda suplir a los profesionales con este tipo de contenidos; eso definitivamente no ha funcionado. Cada vez más se necesitan productos informativos de calidad, especialización en los temas y para eso hace falta no sólo talento sino formación, constancia y compromiso con el medio.

¿Supone el periodismo ciudadano el mayor peligro de intrusismo laboral para los periodistas?

No. Pero si un periodista está produciendo contenidos que puede generar cualquier amateur con una cámara entonces sí. El periodista tiene talento, formación y criterios para enriquecer esa información primaria, para investigar más allá y producir una pieza informativa superior.

Sin embargo, muchas veces la situación de devaluación profesional se da porque desde la dirección del medio la exigencia no es de calidad sino de recortar costes, y eso influye negativamente en el producto final, que termina siendo similar al de un amateur entusiasta.

¿Cree necesaria una regulación, fuera de lo que marca la propia ética de la profesión?

En mi carrera he visto demasiados códigos de ética, regulaciones y listas de buenos propósitos. Creo que las regulaciones en la práctica suelen no ser más que palabras, y que el compromiso tiene que darse desde cada profesional, comprometido con su audiencia y bajo la mirada de sus pares.

¿Concibe los medios en manos de los ciudadanos?

Los medios ya están en manos de los ciudadanos, aunque muchos no lo vean, quieran o puedan verlo. Es el principal cambio que se ha producido y que está revolucionando el esquema comunicativo social.

¿Cuál cree que serán las características del medio del futuro?

No lo sé. Creo que no es posible hacer predicciones metidos como estamos en plena etapa de cambios. Los medios se están redefiniendo, algunos buscan una salida derivando sus contenidos hacia la web, otros buscan vender suscripciones. Lo que está claro es que sólo con una mayor honestidad y acercamiento a los lectores podrán subsistir los medios. Se acabó el esquema de autoridad y control absoluto de la información que se publica.

¿Son la colaboración y la complementariedad las claves de las noticias del futuro?

Si entendemos colaboración como apertura del periodista, como una permanente actitud de escucha hacia el resto de la sociedad, sí. Si hablamos de complementariedad en cuanto al cómo, a la técnica, creo que todo lo que pueda hacer que la información sea más clara tiene que usarse.

¿La noticia, como hoy la conocemos, tiene futuro?

La noticia siempre tendrá futuro porque necesitamos saber qué pasa en nuestro entorno. Pero no seguirá existiendo con los mismos formatos. El hipertexto en Internet introdujo unos nuevos códigos de presentación de la noticia, por ejemplo. Los enlaces amplían nuestro conocimiento y nuestras referencias: las noticias están cambiando a través de todas estas nuevas formas de presentarlas.

¿Se puede afirmar, como hacen algunos, que la información es ahora de todos?

Si. Lo es. Antes los medios decidían qué se publicaba y qué no, y lo que no se publicaba nunca salía a la luz. Hoy los medios de publicación están al alcance de cualquiera con ordenador e Internet, cada vez más, y eso significa que hay más espacios para publicar de todo: lo importante, lo superfluo, lo cotidiano, lo específico.

¿Qué es lo que nunca le enseñaron en la facultad de comunicación y debieron haberlo hecho?

No me enseñaron la mayoría de las herramientas que uso ahora para hacer periodismo, pero no podrían haberlo hecho, por que no existían. No me enseñaron nada de lo que creo que es fundamental para esta profesión: tenacidad, curiosidad y pasión en la búsqueda de la verdad, porque simplemente creo que eso no se podría enseñar, lo traes o no. Pero sí me enseñaron a mantener una actitud crítica ante todo lo que me cuentan, leo, escucho, a preguntarme muchas cosas y a entender que no es malo tener más preguntas que respuestas.

No necesitamos periódicos, necesitamos periodismo

Clay Shirky, escritor, consultor y profesor norteamericano, dedicado a analizar los efectos económicos de la tecnología desarrollada en internet y el futuro de los medios, ha publicado un post donde analiza la revolución que está sucediendo en torno a la prensa escrita, la tantas veces ninguneada muerte de los periódicos y ahora ya desesperada búsqueda del nuevo modelo. Si entendiésemos que a partir de ahora no necesariamente periodismo y papel van de la mano, empezaríamos a comprender la situación, que por el momento está hecha más de preguntas que de respuestas. Como en toda época de revolución y cambios, no podemos ver el futuro sin antes experimentar, arriesgarnos, abrazar lo impensable.

Sin que pueda servir de excusa para que lean el post completo, les dejo unos fragmentos:

Inside the papers, the pragmatists were the ones simply looking out the window and noticing that the real world was increasingly resembling the unthinkable scenario. These people were treated as if they were barking mad. Meanwhile the people spinning visions of popular walled gardens and enthusiastic micropayment adoption, visions unsupported by reality, were regarded not as charlatans but saviors. When reality is labeled unthinkable, it creates a kind of sickness in an industry. Leadership becomes faith-based, while employees who have the temerity to suggest that what seems to be happening is in fact happening are herded into Innovation Departments, where they can be ignored en masse.

[…]

“If the old model is broken, what will work in its place?” To which the answer is: Nothing. Nothing will work. There is no general model for newspapers to replace the one the internet just broke.

[…]

That is what real revolutions are like. The old stuff gets broken faster than the new stuff is put in its place. The importance of any given experiment isn’t apparent at the moment it appears; big changes stall, small changes spread. Even the revolutionaries can’t predict what will happen.

[…]

And so it is today. When someone demands to know how we are going to replace newspapers, they are really demanding to be told that we are not living through a revolution. They are demanding to be told that old systems won’t break before new systems are in place. They are demanding to be told that ancient social bargains aren’t in peril, that core institutions will be spared, that new methods of spreading information will improve previous practice rather than upending it. They are demanding to be lied to.

There are fewer and fewer people who can convincingly tell such a lie.

[…]

I don’t know. Nobody knows. We’re collectively living through 1500, when it’s easier to see what’s broken than what will replace it. The internet turns 40 this fall. Access by the general public is less than half that age. Web use, as a normal part of life for a majority of the developed world, is less than half that age. We just got here. Even the revolutionaries can’t predict what will happen.

Triste pero sólo la mitad


Final Edition from Matthew Roberts on Vimeo.

Empecé a ver el video y ya estaba escribiendo el post. Cierran el Rocky Mountain, un periódico de Denver, y han hecho un documental que ya se repite en todos los posts y feeds con la etiqueta periodismo.

Es triste el video, mucho más triste para un periodista ver que se cierran medios, hay mucha nostalgia jugando ahí para quienes hemos estado en esas redacciones con télex y café. Pero las despedidas no tienen que impedirnos ver lo que viene, y lo que es triste ya no lo es cuando ampliamos un poco el campo de visión.

El periodismo no se está muriendo, lo que se están cerrando son las empresas basadas en antiguos esquemas. La necesidad de información está más viva que nunca. La tecnología ha transformado el flujo de la comunicación tan rápidamente que todavía no tenemos claro el próximo horizonte. Pero eso no quiere decir que no estemos siendo parte de ese cambio.

Twitter también estuvo primero en Schiphol

Pasó otra vez, y ya todos nos imaginamos dónde aparecerá la noticia la próxima vez. Twitter se adelanta como canal de alertas a las breaking news de los medios mainstream. Cayó un avión en Schiphol y la noticia estuvo 15 minutos antes en twitter, con foto de twittpic incluida.

Los periodistas que estaban en la red fueron quienes tuvieron los primeros datos y la mismísima CNN admitió que se había enterado por twitter del accidente, a través de un usuario que subió una foto. También entrevistó a las personas que habían estado allí y transmitieron los hechos a través de esta red.

La redacción del Telegraph, en Victoria, UK, desplegó en una de sus pantallas Twitterfall, una aplicación para twitter que muestra todos los tweets sobre un tema. La BBC utilizó un canal de twitter para comunicarse con los testigos presenciales y pedir crédito sobre las fotos que habían sido subidas a internet.

DePers.nl, un periódico holandés, habilitó en su web un agregador al estilo de twitter, donde se podían ver, además de nuevos datos que encontraban sus periodistas, los enlaces, fotos o datos que cualquier usuario quisiera agregar. En estos momentos los medios revelan cuántos de ellos ya están improvisando nuevas formas de cazar la noticia y cuáles todavía están debatiendo sobre si Twitter puede o no ser una fuente válida para el periodismo.

Cambio: la palabra del 2008

El 2008 fue el año del cambio. Para mí y para todos. Y no estamos hablando de un cambio como cuando decimos rediseño, sino como cuando decimos reset.

Es el año en el que los europeos dejamos de pensar en las pateras que llegan y empezamos a pensar en las hipotecas que se quedarán sin pagar. En el que Rusia nos volvió a hacer acordar que hubo una Guerra Fría, y lo bonito que es tener calefacción en los inviernos europeos. Fue un año que pasará a la historia porque los estadounidenses eligieron no ya a un presidente negro, sino alguien además llamado Hussein y Obama.

Fue el año en el que algunas empresas comienzan a darse cuenta de dónde tienen que estar pero no saben cómo hacerlo . En el que los emprendedores se dieron cuenta de que el lujo de no tener un plan de negocio (conocido) quizás sólo se lo puede permitir un fenómeno como Twitter.

El año en el que perdimos la inocencia con Google, el año en el que por primera vez una tribu surge de internet. El año en el que hemos matado a los blogs y a los videoblogs, sólo para darnos cuenta de que están más vivos que nunca unos, y reinventándose los otros. El año en el que Twitter nos hizo creer que moría pero, a pesar de sus fallos, no pudimos matarlo, y su Failwhale hasta tiene un club de fans. En 2008 Chikilicuatre fue a Eurovisión, algo muy profundo tiene que haber cambiado para que eso suceda. Este año todo se volvió social, la política comenzó a aprovechar eso, allí y en mucho menor medida aquí, aunque por lo menos volvimos a tener un debate. El periodismo se ve desafiado, se cuestiona, se redefine y caen los ingresos de unos medios tradicionales que ven cómo sus audiencias van por otro camino.

Fue un año de cambios bastante profundos, y si teníamos alguna duda, terminó de hacer su entrada en el panorama la crisis. Palabra que sirve de triste excusa de malas decisiones empresariales y abandono, pero también una terrible época de turbulencias que limpiará lo que no sirva, desafiará a continuar a los que ya están en marcha, y obligará a repensarlo todo, a imaginar y a innovar.