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Así como apareció, se fue. Para aquellos que se preocupan por la facilidad que tiene internet para favorecer el anonimato, el caso del Dalai Lama en twitter muestra lo poco que dura un impostor.

Hace unos días nos sorprendíamos por la que parecía ser la cuenta twitter de uno de los líderes espirituales más relevantes del mundo, que para el domingo por la noche contaba con unos 13 mil followers. El enlace que ponía en su perfil era la web oficial, y respondía replies, contando sus actividades previstas.

La idea nos hizo pensar qué lejos estaban otras iglesias, sobre todo la Católica, de este tipo de contacto con sus seguidores. Pero era ser demasiado optimistas.

Ayer, Caroline, portavoz de Twitter, anunciaba que habían suspendido la cuenta por tratarse de un impostor (impersonation), aunque se pueden leer todavía los tweets. Enseguida Pete Cashmore se preguntaba si los responsables de Twitter deberían verificar las cuentas de los famosos siempre, así como estarían pensando hacerlo con las marcas que lo utilizan.